A diferencia de lo que ha venido siendo norma en los viajes que Benedicto XVI ha realizado en los últimos tiempos, la espinosa cuestión de la pederastia eclesial no marca la visita del Pontífice a Santiago y Barcelona. La inexistencia de denuncias de abusos y de grupos de víctimas de esa plaga ha permitido al Papa viajar a España sin la presión que en otros países le ha obligado a abordar el asunto en sus discursos y a entrevistarse con afectados.
Una semana después de que el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, fuera increpado en la plaza de san Pedro del Vaticano cuando se acercó a entrevistarse con un grupo de víctimas de abusos que protestaban por la actitud tibia de la cúpula de la Iglesia frente al escándalo, la controversia, al menos durante el paréntesis de la visita papal a España, parece haberse eclipsado.
Durante el último viaje del Pontífice al extranjero, el realizado al Reino Unido entre el 16 y el 19 de septiembre, Benedicto XVI se vio con una delegación de víctimas en la nunciatura del Vaticano en Londres, tras una intensa campaña previa de protestas. El escándalo de los abusos de religiosos marcó asimismo los viajes a Chipre, Portugal y Malta. En este último país también se produjo una reunión del Papa en la nunciatura con un grupo de personas que habían sido vejadas.
Anteriormente, tanto en EEUU como en Australia hubo episodios similares, además de discursos alusivos a la cuestión en los que Ratzinger expresó la vergüenza que le causaban esas acciones y exteriorizó su repudio. Incluso habló de la necesidad de hacer autocrítica y revisar la actuación de la Iglesia en la gestión del escándalo. El Papa ha acabado por manifestar que es preciso que la Iglesia denuncie a los sacerdotes pederastas a la justicia civil. Queda por ver cómo se hace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario