1. Tomates de Los Palacios.
El 'tomate que sabe a tomate' puede estar a la vuelta de la esquina, en el lugar de veraneo o en la frutería de toda la vida: sólo hay que buscar. Las variedades tradicionales, de cultivo no forzado y que llegan en pocas horas al punto de venta guardan las características de sabor, aroma, jugosidad y consistencia que busca el consumidor.
En España hay producciones de tomate de reconocida calidad que se ajustan a ese consumo. En Andalucía, Valencia, Aragón o Cataluña, se les conoce por su lugar de procedencia. Tienen nombre propio y pueden encontrarse en muchas fruterías y supermercados. Eso sí, el requisito imprescindible es consumirlos en temporada, esto es, en los meses de verano salvo algún caso excepcional; que se corte de la mata ya maduro y que no pase mucho tiempo en medios de transporte ni en refrigeración.Hay en España algunos tomates muy apeciados por su calidad. Por ejemplo:
En este pueblo sevillano se está trabajando por lograr una marca de calidad que servirá como garantía legal para un producto que se identifica dicha localidad con sus sabrosos tomates. Por eso ya se venden con un marchamo de calidad. El 'bombón colorao' es el más famoso entre los tomates palaciegos.
2. Tomates del Gudalhorce.
Los tomates del valle malagueño se pueden degustar estos días en diferentes mercadillos provinciales, donde se exhiben hasta 30 distintas variedades locales procedentes de las huertas locales y cosechadas según criterios de producción ecológica.
3. Tomate de Cañada de Níjar o RAF.
Paradójicamente, en el zona donde se produce más tomate forzado en invernadero y más tomate híbrido, se ubica el afamado tomate Raf, cuyo nombre responde a las siglas 'Resistente al Fusarium'. El Raf no es un tomate híbrido, sino el resultado de una seleción de tomates tradicionales que se cultivaban en zonas de Almería. El secreto que es la adecuada proporción de acidez y azúcares, lo que ha provocado que su precio supere en las subastas al del jamón ibérico.
4. Tomate verde de Zafarraya.
El Llano de Zafarraya, con una altitud de en torno a 900 metros, dispone de un microclima con unas características muy particulares que lo convierten en una zona propicia para el cultivo al aire libre. Estas condiciones determinan el cultivo y las cualidades organolépticas del tomate de la zona, caracterizado por su gran tamaño y color verde oscuro, presentando una dulzura y jugosidad que lo hacen único.
5. Tomates de El Perelló.
Llamados en las fruterías de la zona como 'tomates del terreno' o 'tomate valenciano'. Es una variedad que se cultiva en comarca de la huerta y zonas próximas. En la localidad valenciana de Benifayó se mantiene la variedad 'cuarentena', una clásica muy apreciada.
6. Tomate 'Mutxamel'.
En el municipio alicantino de Mutxamel se ha iniciado una campaña junto con la Universidad Miguel Hernández y la organización agraria Asaja para recuperar la variedad de tomate 'Mutxamel' repartiendo semillas entre los agricultores.
7. Tomate Rosa de Huesca o de Barbastro.
Esta marca de calidad alimentaria fue creada por el Gobierno de Aragón hace unos años, aunque esos tomates ya eran muy apreciados por los 'gourmets'. Se dice que es autóctono de la Hoya de Huesca y del Somontano, y es un tomate grande, con una piel fina de color rosado, aromático, carnoso, compacto, dulzón, con poca acidez y escasas semillas. También bastante conocido y demandado en Zaragoza es el tomate de Utebo.
8. Los tomates 'catalanes' y otros.
Hay tomates muy afamados en Cataluña, como es el caso tomate negro de Crimea, el favorito del 'chef' Santi Santamaría, defensor de los sabores tradicionales, o los tomates de Montserrat, ideales para rellenar, propios de comarcas interiores. Y otros más que suelen tener mercido renombre como el tomate de Aretxabaleta. que no suele faltar en los mercadillos de los caseros en el País Vasco o el rosa o rojo.
Eso sí, por muy buenos que sean, no soportan el paso prolongado por el frigorífico ni viajes largos y no siempre tienen el mejor aspecto. Por eso un nombre con buena fama no impide alguna que otra decepción y es que, cuando hay buena materia prima, el secreto está en consumir los que tienes más cerca.