El Vaticano, más en la tierra que en el cielo
Vaticano:
Estado soberano y amurallado de 1.035 metros de largo y 743 de ancho en el que reside la Santa Sede. Un millar de habitantes y unos cuatro mil empleados. Caminando con el superior de una orden religiosa por la Vía de la Conciliaccione me dijo, al llegar a las puertas del Vaticano: "Hagamos la señal de la cruz para que Dios nos preserve de las tentaciones mientras estemos ahí dentro". Parte de esas tentaciones se recogían el año 2009 en la primera edición del libro Vaticano, de Gianluigi Nuzzi. En el libro, el autor revela, a partir de los archivos secretos filtrados por un monseñor, los escándalos financieros y políticos de la Iglesia.
Curia:
También conocida como El Pentágono Vaticano, la curia es la máquina de monseñores que gobierna la Iglesia. Omnímoda, la curia y los papas nunca se han entendido. En opinión de vaticanistas, la curia está formada por hombres que envejecen en un mundo burocratizado, escéptico e incluso cínico. Los monseñores de la curia son hombres sin fe profética. Su fe es paternalista y descarnada. Sus documentos tienen el don, para muchos el inconveniente, de la ambigüedad. El cardenal Tarancón me dijo al finalizar el sínodo de 1980: "El documento final se redactó en inglés poniendo la máxima mesura posible. Al traducirse al latín se diluyó y al pasar del latín al castellano de la relativa fuerza del mensaje ya no quedaba nada". Venía de almorzar con el Papa y se mostró cáustico. Mientas una monja le servia una copa de coñac encendió un habano y dijo: "Vaya comida: el Papa no nos ha ofrecido ni café, ni copa, ni puro". Tarancón era un cardenal que sintonizó con Pablo VI. Por Juan Pablo II sentía escasa simpatía.
El IOR:
O banca vaticana. El descontrol en la inversión del dinero de la Iglesia ha sido de tal calibre que ya antes de los escándalos del Banco Ambrosiano el cardenal Vagnozzi hizo pública una declaración afirmando que se habían dado órdenes precisas para no hacer inversiones en campos que estén en contradicción con la moral cristiana. El escándalo del Ambrosiano, banco al que el IOR confió sus inversiones, acabó con su presidente Roberto Calvi ahorcado en un puente sobre el Támesis, el envenenamiento en una cárcel romana de Michael Sindona, cerebro del entramado internacional del banco y con el tiempo, el destierro a una parroquia norteamericana del todopoderoso Marcinkus, personaje clave de las finanzas vaticanas en el largo pontificado de Juan Pablo II. De Marcinkus es la frase "la Iglesia no se sostiene con Ave Marias". El anuario pontificio define al IOR con estas escuetas palabras: "Objetivo del Instituto per le Opere di Religión, IOR, es promover la custodia de los capitales destinados a las obras de religión". Las irregularidades han sido habituales en el IOR, que ha invertido en General Motors, la Shell, la Gul Oil. General Electric... y ha mantenido fluidas relaciones con Rosthschild en Francia, Hambros Back en Inglaterra y la Morgan en Estados Unidos. Se ha dicho, pero no se ha confirmado, que ha invertido en negocios de armamento e incluso en una empresa danesa especializada en anticonceptivos. También, y ese ha sido y sigue siendo su principal problema, ha lavado dinero en paraísos fiscales .
Los escándalos que se filtran ahora ¿indican que se está en el final del papado y se buscan posiciones para situarse ante la sucesión?
Sí. Pocos cardenales creen al entrar en el cónclave que serán iluminados por el Espíritu Santo. Todos han participado antes en conspiraciones que han ido definiendo tendencias y candidatos. A veces, como el caso de Juan XXIII, la sorpresa salta porque al no haber acuerdo entre los dos candidatos fuertes se busca un Papa de transición, aunque en este caso fue el que a través del Concilio Vaticano II revolucionó la iglesia. Ahora, la guerra interna que siempre se mantuvo sin salir de los círculos restringidos ha aflorado públicamente con virulencia.
Nos hablabas de la curia y los monseñores. ¿Qué tipo de vida llevan?
Les apasiona la política. Hay muchos fumadores. Algunos sienten debilidad por el whisky. Muchos juegan al golf y todos toman el sol y nadan en la playa vaticana de Puerta Oscura. Hay coleccionistas de cruces pectorales y amantes de los coches de gama alta. Monseñores y cardenales fanáticos de la fotografía, expertos en guisos de pescado o costillas a la florentina en sus magníficos áticos y coleccionistas de guías turísticas. También hay amantes de mujeres o de hombres. Gente que estando al servicio de Dios vive las pasiones terrenales. Es desmoralizador pero hay que decir, Isaías, que lejos del Vaticano existe una Iglesia comprometida realmente con el Evangelio y no con el poder.