Hizo de la lucha contra la pederastia uno de los ejes de su pontificado. Es, sin duda alguna, el Papa que más luchó por limpiar la Iglesia de las manzanas podridas de los curas pederastas. Con lágrimas, oraciones, dinero, peticiones de perdón y normas excplíticas de tolerancia cero. Por algo le llaman, en Roma, el Papa "barrendero". Barrendero de una lacra que mancha a la Iglesia desde hace muchos años. Con casos documentados desde los años 40. Cuando este Papa no era 'nadie' en la Iglesia. Y, sin embargo, cual moderno chivo expiatorio, es a él (que lleva tan sólo 6 años)al que quieren sentar en el banquillo del Tribunal Penal Internacional de La Haya.
Desde aquí hemos denunciado la plaga de la pederastia con toda la fuerza y la indignación que nos merecen los niños. El escandalo, con ellos, es digno de atarse una rueda de molino al cuello y lanzarse al mar. Como decía el propio Cristo.
Con tanta fuerza y transparencia lo hicimos que hasta algunos obispos se molestaron: "Estáis dando demasiada cancha a la suciedad de la Iglesia". Eran los tiempos en los que no se quería reconocer la gravedad del crimen. Eran los tiempos en los que todavía algunos querían separar el pecado del delito. Y que los curas pagasen sólo por lo primero ante los tribunales de la Iglesia, sin acudir a los civiles. Eran los tiempos en los que cardenales como Castrillón decían públicamente que la Iglesia tenía que actuar como una madre con los curas pederastas y que una madre no entrega a sus hijos a la Justicia, por muy culpable que sea su hijo.
Pero ésa no era la actitud del Papa. Ni mucho menos. Y, desde aquí aplaudimos con fuerza al Santo Padre que, desde el principio, pidió y puso en práctica la tolerancia cero.Gracias a la transparencia y a la dinámica de la tolerancia cero se terminó el encubrimiento o el traslado de pederastas. Y se extrajeron del cesto eclesial las manzanas podridas. Ya no hay impunidad en la Iglesia para ellos.
Por eso, nos parece ilógico e injusto intentar encausar (no creo que lo consigan) ante el TPI al Papa Ratzinger. Y por crímenes contra la Humanidad. Precisamante al Papa que, por convicción y por formación intelectual, es un amante de la Humanidad. Y dirige una institución "experta en humanidad".
¿Se busca desprestigiar al Papa sin más? ¿Se defiende así mejor los derechos de las víctimas? ¿Se trata de un siple reclamo publicitario de una de las asociaciones de defensa de los abusados? ¿Qué hay detrás de todo esto?
No creo que la denuncia prospere y, menos todavía, que el Papa se siente en el banquillo de los acusados, por el que pasaron Milosevic, Karadzic o los genocidas de Ruanda. Sólo imaginarlo, produce indignación. Y los "indignados" católicos trataríamos de impedirlo. Sin violencia, pero con decisión.
José Manuel Vidal