Adrian Sack
PARA LA NACION
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Pidió preservar la vida, por considerarla "sagrada e inviolable desde su concepción"
BARCELONA.- El papa Benedicto XVI cerró ayer su más comentada y polémica visita a España con un enérgico llamado a la unión y a la familia, que realizó en esta ciudad tras consagrar como basílica a la icónica iglesia de la Sagrada Familia. En su homilía, que pronunció ante los 6500 fieles que desbordaron el templo diseñado por el arquitecto Antonio Gaudí y los cerca de 270.000 que siguieron sus palabras en directo en pantallas colocadas en las inmediaciones, el Pontífice convocó a "defender la vida", por considerarla "sagrada e inviolable desde el momento de su concepción", y estimó nuevamente a la familia como el custodio idóneo en esa misión.
Benedicto XVI ofició ayer misa delante de la iglesia de la Sagrada Familia, diseñada por el célebre arquitecto Antonio Gaudí.
El Papa también destacó el protagonismo del matrimonio entre el hombre y la mujer como base de la familia, y volvió a criticar en forma implícita las uniones homosexuales. "La Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya todo cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar", observó. Su rotunda reafirmación del modelo tradicional de familia tuvo lugar poco después de que un grupo de 200 representantes de asociaciones de gays y lesbianas se dio cita en la plaza frente al emblemático templo consagrado ayer para besarse en público y en forma simultánea como protesta contra lo que ellos consideran una "constante conducta homofóbica" del Vaticano.
No obstante, y a pesar de las insistentes especulaciones difundidas en los días previos a la llegada del Papa a Barcelona, el "boicot" organizado por los opositores a su visita no tuvo la intensidad esperada. Más allá de la manifestación homosexual frente a la basílica, ayer sólo se vieron unas pocas banderas con la inscripción "Yo no te espero", colgadas en balcones cercanos al lugar donde el Papa realizaba la ceremonia, que fueron sobrepasadas ampliamente en número por las banderas papales.
Detrás de los vallados colocados por el impresionante operativo de seguridad desplegado ayer en las calles que formaron parte del itinerario del papamóvil, cerca de 250.000 personas formaban hasta cinco cordones para poder ver el paso del Pontífice en su célebre vehículo blindado, tras abandonar la basílica de la Sagrada Familia. Y a pesar de que la camioneta blanca hizo su recorrido a una velocidad muy superior a la esperada y deseada por los fieles que aguardaron ese momento durante más de tres horas, el saludo de Benedicto XVI alcanzó para que sus seguidores se desconcentraran entre vítores y cánticos en su honor.
Por la tarde, luego de visitar el predio de la obra de beneficencia barcelonesa Nen Déu, el Papa se dirigió al aeropuerto internacional del Prat para cerrar su visita pastoral que sirvió de preparación para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en agosto próximo en Madrid.
Poco antes, se había cumplido otro de los hechos más comentados de su viaje: el postergado encuentro con el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, ausente en el paso del Pontífice por Santiago de Compostela y en la trascendental ceremonia realizada en la Sagrada Familia, que fue seguida en directo a través de la televisión por 180 millones de personas en todo el mundo.
En la breve reunión, que se extendió durante 10 minutos, el mandatario español destacó la importancia del peso de las relaciones entre España y el Vaticano, aunque recordó que gobierna un "Estado aconfesional" que vela por el respeto de "todas" las religiones y creencias de sus ciudadanos. El Papa, en cambio, le agradeció la organización de la visita, y acordó con el presidente trabajar "en colaboración" para su regreso en 2011, que durará una semana.
Antes de abordar el vuelo de regreso a Roma, Benedicto XVI pronunció un último discurso ante los reyes Juan Carlos I y Sofía, las autoridades catalanas y Rodríguez Zapatero.
Convocó a la unidad de los españoles, tras considerar al país "una familia", y ponderó el célebre Camino de Santiago, la peregrinación más grande y extensa de Europa, como un "ejemplo" a seguir para los europeos en su búsqueda por recuperar las raíces cristianas del continente. "Cada uno acude a la peregrinación con su lengua y sus costumbres, pero la fe es la misma. Más allá de las diferencias nacionales, el peregrino se sabe miembro de una gran familia; que esa fe alcance nuevo vigor en este continente y se convierta en fuente de inspiración, y que haga crecer la solidaridad, especialmente a los grupos humanos y a las naciones más necesitadas", concluyó.
Fuerte reclamo para "respetar" la dignidadBARCELONA.- La enérgica defensa de la familia realizada ayer por Benedicto XVI se apoyó en la reivindicación del matrimonio entre la mujer y el hombre, y en la dura condena del aborto.
En su primer discurso de la última jornada de visita en España, que leyó en catalán en su primer y último párrafo, el Papa les pidió a las autoridades de ese país y del continente europeo "que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción" y "que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente". Subrayó la importancia de que los gobiernos de los diversos países apliquen "medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización" y, también, "para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado".
También relacionó el sostenimiento del matrimonio con la prevención de la decisión de abortar: "El amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural".
A pesar de la reciente ratificación del carácter legal del aborto en España, cuya ampliación y profundización fue respaldada por el gobierno español, el Papa no dudó en manifestarse "en favor de la vida, desde el momento mismo de la concepción", y abogó por que la ciencia "respete" la dignidad del ser humano.
En su visita a la Obra Social del Nen Déu consideró "imprescindible" que los nuevos desarrollos de la tecnología en el campo de la medicina "nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y a la dignidad humana".
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