Asier Sáez-Cirión, el español que podría acabar con el sida
La semana pasada se publicó en la revista científica
PLOS Pathonegens un estudio del Instituto Pasteur (Francia) de vital importancia para la curación del virus del sida:
14 adultos infectados con el VIH han logrado controlar la enfermedad tras la retirada del tratamiento de retrovirales. La publicación del estudio, cuyos resultados fueron adelantados en una conferencia en verano por su autor principal, el científico español
Asier Saéz-Cirión, ha llegado justo después de que un equipo de médicos estadounidenses anunciara, de una manera muy similar a los adultos de la investigación francesa, que
un bebé de Misisipi había logrado controlar la infección.
Aunque el estudio estadounidense ocupó las portadas de cientos de diarios (en cuestiones de comunicación nadie supera a los centros norteamericanos), la investigación llevada a cabo por Saéz-Cirión, que ha atendido a El Confidencial por teléfono desde su laboratorio en el centro de investigación francés, guarda muchísimas similitudes. "Son investigaciones que se basan en los mismos conceptos", explica el científico, oriundo de Bilbao, que aclara que tenemos que tener claro que en ningún caso podemos hablar de una curación del sida: "Los pacientes no están curados, no han eliminado el virus, sigue ahí. Siguen teniendo células infectadas, pero consiguen controlarlas de una forma supereficaz. Preferimos decir que están en un estado de remisión de la infección. No podemos excluir que a la larga puedan volver a tener una recaída, que el virus vuelva a aparecer y tengan que volver a ser tratados".
La vacuna terapéutica, cada vez más cerca
Ambas investigaciones se basan en una premisa: si se realiza el tratamiento de retrovirales en cuanto aparece la infección hay un porcentaje de la población que logra controlar el VIH y puede vivir sin ningún tratamiento durante un tiempo muy prolongado. Uno de los pacientes de Sáez-Cirión lleva 10 años y medio sin tomar medicamentos.
Aunque el descubrimiento no asegura la curación de toda la población, deja el camino despejado para el desarrollo definitivo de una vacuna terapéutica"Los controladores de VIH son una población muy pequeña del total de gente infectada", explica el investigador, "pero que normalmente tienen un fondo genético favorable y se consideran un ejemplo de lo que podría ser una cura funcional". Hay ciertas personas, entre el 1 y el 3 % de la población, con una mutación genética que impide al virus entrar en las células que invade. Se exponen al VIH, pero no lo contraen. Las personas de las que habla Sáez-Cirión son aún más raras de encontrar. Son personas que están infectadas y, al mismo tiempo protegidas, menos del 0,06% de la población afectada por el sida. Lo que han logrado el investigador español y su equipo es que esa habilidad se desarrolle en un porcentaje mucho mayor de la población:
se ha llegado a inducir ese estado en 14 de los 70 enfermos que participaron en el estudio, y durante un periodo muy largo de tiempo.
Por desgracia, este protocolo terapeútico no es la solución definitiva pues, tal como explica Sáez-Cirión, no puede curar a todo el mundo: "En los adultos hay un porcentaje que va a controlar, pero la mayor parte no va a conseguirlo, y en el caso del bebé sabemos también que hay otros recién nacidos que han sido tratados de la misma forma y no han sido capaces de controlar la infección una vez que ha interrumpido el tratamiento". Pero, aunque el descubrimiento no asegura la curación de toda la población, deja el camino despejado para el desarrollo definitivo de una vacuna terapéutica, aquella que se aplicaría a la gente que ya está infectada para ver si pueden controlar la infección. "Nuestro objetivo es llegar aquí", reconoce Saéz-Cirión. "Los pacientes recibirán una vacuna y, tras recibirla, podrán controlar la infección por ellos mismos".
La importancia de un tratamiento precoz
Hay otro aspecto importante del estudio de Sáez-Cirión, así como el que se está llevando a cabo con el bebé de Misisipi: la rapidez con la que se administran los retrovirales es crucial en la ecuación. El tratamiento con dichas sustancias del estudio del Instituto Pasteur era completamente estándar, pero se empezó a aplicar mucho antes de lo que suele ser habitual, entre un mes y diez semanas tras la aparición de la infección.
"Aunque la mayoría de la gente no vaya a controlar la infección cuando se pare el tratamiento", explica Saéz-Cirión, "el hecho de que haya un tratamiento precoz es beneficioso en términos generales porque sabemos que tiene un impacto muy claro en el establecimiento de los reservorios virales, donde el virus va a integrarse y va a esconderse en el organismo, y preserva también las reservas inmunitarias. Lo más importante es no incurrir en comportamientos de riesgo, pero si los ha habido es importante tratar de hacer el diagnóstico en las primeras semanas para estar seguro de que hay una infección y que esta sea seguida debidamente por un médico".
El sida, una enfermedad olvidada
Pese a que este mes se ha hablado mucho de la posible curación del sida, la enfermedad, otrora bestia negra de la salud pública, parece haber caído en el olvido. Saéz-Cirión es muy claro al respecto: "Hay una banalización gravísima de la infección. La gente piensa que el VIH, gracias al tratamiento, se ha convertido casi en una enfermedad crónica, y hay una relajación en ciertos comportamientos y actitudes como la protección en las relaciones sexuales. Tenemos datos de disminuciones impresionantes del uso del preservativo en parejas de las que no se conoce el estado de infección que son aterradores. Estamos volviendo a una velocidad increíble a situaciones de hace muchos años cuando estamos llegando justamente a controlar en cierto aspecto la epidemia".
Los investigadores tienen que luchar, además, contra la oleada de recortes a la investigación que podrían afectar a todos los centros europeos. Los nuevos presupuestos europeos para investigación hasta 2020
podrían dejar fuera las menciones específicas a enfermedades como la malaria, la tuberculosis y el propio sida. Saéz-Cirión es consciente de esto, y asegura que la preocupación en su entorno es enorme:
"Todo lo que se ha alcanzado con el esfuerzo y la buena voluntad de años de investigaciones se puede ir al traste muy rápidamente. Hacen falta mucho tiempo y mucho esfuerzo para hacer avances que son muy fáciles de perder. Hay que saber que la prioridad es la salud y ser conscientes de lo que pueden suponer recortes en el fondo común en la lucha contra malaria, tuberculosis y VIH; puede ser catastrófico".
En España nunca se habría podido hacer este estudio
Saéz-Cirión lleva 10 años trabajando en el Instituto Pasteur, codo con codo con su jefa, la premio Nobel de medicina Francoise Barré-Sinoussi. Sabe que tiene la suerte de investigar en uno de los centros más avanzados, y con más recursos, de su especialidad, pero echa de menos España, y lamenta que tantos científicos hayan tenido que abandonar el país. "En la situación actual no se podría haber hecho este estudio en España", reconoce Sáez-Cirión, no sin cierta rabia. "En España hay una red de investigación sobre el sida que últimamente tiene un potencial impresionante y se están haciendo las cosas muy bien, pero se necesita algo más. Se necesita capacidad para hacer la investigación, hacer las colaboraciones, llevar a cabo investigaciones que son costosas, pero que pueden tener resultados importantes". El investigador asegura que estaría encantado de colaborar con las instituciones españolas, pero nuestro país ya no es un partenaire sólido y, además, ha salido de muchas de las iniciativas de colaboración europeas, pues no está contribuyendo con las cuotas.
Ha habido grandes investigadores españoles que han regresado con grandes promesas y han vuelto decepcionados y defraudadosSaéz-Cirión no oculta que le gustaría volver a España, pero cree que, mientras las cosas no cambien, no hay nada que hacer: "Lo que queremos todos los que estamos fuera es volver, pero si se dan las condiciones adecuadas. Lo que está claro es que aquí he hecho avances importantes, he montado proyectos de investigación ambiciosos que han requerido un esfuerzo muy grande, y no voy a volver a España para tener que empezar todo de cero, teniendo además la incertidumbre de no saber lo que va a pasar".
Las autoridades españolas, asegura el científico, han engañado ya a demasiados científicos: "Ha habido grandes investigadores que han regresado a España con grandes promesas, con mucha motivación y muchas ganas de hacer cosas y al cabo de los años se han vuelto al sitio del que venían totalmente decepcionados y defraudados".
aestrinidad
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