La homofobia busca tapar la pederastia y sus encubridores en la iglesia católica
Las palabras de David Berger[1] –Téologo alemán ultraconservador que fue despedido de la Academia Pontifica Santo Tomás de Aquino tras confesar su homosexualidad- ha provocado que los altavoces del Vaticano eleven el tono de la homofobia para tapar sus sucios trapos de la pederastia.
Tradicionalmente, hablar de homosexualidad dentro de la Iglesia ha sido siempre un tema tabú. Y es tabú porque la propia Iglesia, como institución, se ha encargado en toda su existencia de que así sea. Pero vayamos por partes.
A Berger se le llama “conservador” porque antes de abandonar la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino de Roma -cuyo director, Lluis Clavell, es miembro de la secta Opus Dei- ya se había visto obligado a dejar la dirección de la revista Theologisches, la publicación más importante del catolicismo ultraconservador alemán.
Algunas opiniones, que hacen seguidismo de las políticas comunicativas de la Santa Sede, menosprecian el valor de sus estudios en teología. Para rebajarlo no dudan en apoyarse en Lutero como uno más de los muchos teólogos que lo son por “título universitario”. Pero la principal aportación de Lutero, que evidentemente no se menciona, es que en 1509, en un viaje que hizo a Roma, tuvo la ocasión de constatar a qué niveles de corrupción y degradación moral había llegado el Vaticano. ¡Ya en 1509!
Famoso es su escrito sobre la venta de las indulgencias a través del confesionario. Se compraba no sólo el perdón de los pecados pasados sino aún el derecho a pecar en el futuro. El mejor ejemplo de la compra de estas indulgencias ha sido Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.
Mientras ejercía como máximo jerarca de su Congregación llegó a tener tres amantes y una hija que, por cierto, vivía en Madrid. Para tapar sus fechorías repartía sus dineros por la curia cada vez que visitaba Roma. Así mantenía el silencio cómplice que le acompañó y del cual es responsable encubridor el anterior Papa y el actual.
El Caso del teólogo alemán David Berger salta a la palestra cuando es expulsado por hacer pública su homosexualidad. Esta es la centralidad del debate.
Cuando en julio de este año Berger sale del armario, hace constar que hay homosexuales en la Iglesia. El asunto no es que todos los curas sean homosexuales. El tema de fondo es que coexiste, en el seno de la jerarquía eclesiástica, el cinismo y la hipocresía. Mientras Berger mantuvo en secreto su condición de homosexual no hubo problemas. ¡El cinismo vaticano no tiene límites!
El tema no es que haya curas y seminaristas homosexuales, sino que tengan que fingir que no lo son.
Pero lo más grave es que aprovechando el despido de Berger se meta en el mismo saco pedofilia y homosexualidad en consonancia con el discurso vaticanista[2].
En la 99 Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, que se celebró en el pasado mes de abril, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, vinculó pedofilia y homosexualidad.
"Muchos psicólogos y muchos psiquiatras han demostrado que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero muchos otros han demostrado, me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pedofilia", afirmó el pasado 12 de abril de 2010 el número dos del Vaticano.
La palabra pederasta proviene del griego clásico paidós ("del niño") y erastés (amante), así pues un pederasta sería un "amante del niño".
La palabra homosexual fue acuñada en el siglo XIX por el escritor austrohúngaro Karl Maria Kertbeny con el significado que para la mayoría de la gente tiene hoy en día: relaciones sexuales entre dos personas del mismo sexo.
La palabra pedofilia se refiere, según la RAE, a la "atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes". La pedofilia, por tanto, no implica abuso sexual y no es delito.
La Fundación del Español Urgente, Fundeu, emitió el 29 de marzo una recomendación en la que pide que no se confundan estos términos.
"Hemos distinguido entre el que comete [pederasta] y el que tiene la tendencia [pedófilo]", afirma el director de la Fundeu, Joaquín Müller-Thyssen. "Aquí tenemos muy claro que el término [pederastia] se refiere a niños, sin distinción de la orientación sexual", añade.
Dicho esto, el Caso Berger es el sucio juego que siempre han aplicado en el Vaticano[3]. “Fuertes con los débiles. Débiles con los fuertes”. Lo que no han hecho con los Obispos y curas pederastas lo han hecho con Berger.
La Iglesia católica del siglo XX, que legitimó tantas dictaduras y mantuvo en secreto la pederastia de algunos de sus miembros, ha sido implacable con aquellos teólogos de honestidad intachable que se atrevieron a disentir. Silencios ominosos y condenas inmisericordes. Esa ha sido la actitud del Vaticano y de buena parte de la jerarquía católica durante los últimos 70 años.
El más grave de esos silencios fue, sin duda, el de Pío XII ante los seis millones de judíos, gitanos, discapacitados, homosexuales, transexuales, gaseados y llevados a las piras crematorias de los campos de concentración del nazismo. Ya antes, siendo secretario de Estado del Vaticano firmó, en nombre de Pío XI, el Concordato Imperial con la Alemania nazi bajo el Gobierno de Hitler[4].
Un relato pormenorizado de los graves silencios de la Iglesia a lo largo de la historia lo podéis encontrar en la siguiente dirección: http://www.somosiglesiaandalucia.ne...]
Otro largo, ominoso y cómplice silencio ha sido el guardado ante los abusos sexuales de sacerdotes, religiosos y obispos con niños, adolescentes y jóvenes a lo largo de más de medio siglo en parroquias, noviciados, seminarios, casas de formación, curias religiosas y casas de familias de numerosos países, abusando de la autoridad del cargo y de la confianza depositada por los padres en ellos.
Para el Vaticano, afirma la teóloga feminista Rosemary Redford Ruether, “intentar ordenar a una mujer es peor que el abuso sexual de un niño. El abuso sexual de un niño por un sacerdote es un desliz moral deplorable de un individuo débil… El intento de ordenar a una mujer es una ofensa sexual, una contradicción de la naturaleza del Orden Sacerdotal, un sacrilegio, un escándalo”. Otra condena inmisericorde más contra las mujeres, mayoría silenciada en la Iglesia católica. ¿Hasta cuándo?
En este mismo sentido, se subraya que los casos de homosexualidad y pedófilos existentes en la Iglesia católica son casos excepcionales. Pues no. Hay muchos estudios que cifran el número de sacerdotes homosexuales en un porcentaje mucho más elevado al de la sociedad. Cozzens, responsable de la formación de sacerdotes presbíteros en USA, afirmó en 2000 que el 50% de los sacerdotes son homosexuales. En 2009, en la arquidiócesis de Cali se apuntó a que el 30% de sus sacerdotes también lo eran.
Interpretando las palabras de Berger, un ex novicio residente en Galicia escribía en una lista cerrada, que no todos los curas eran homosexuales o pedófilos.
Pero la realidad es que la Iglesia está llena de ellos. Y en altísimas instancias. En julio, la prensa italiana desveló no sólo las noches locas de los curas gays (algunos de los cuales trabajan en la propia Curia), sino también la existencia de una página web (www.venerabilis.tk), organizada en una universidad pontificia romana y conectada a un motor de búsqueda radicado en un país de Oriente Medio. Con miles de citas de curas y contactos en todo el mundo.
La Iglesia católica es la mayor transnacional de homosexuales pero eso no significa que todos vivan su tendencia sexual. De ahí esa insistencia en señalar que son casos excepcionales para justificar a los pedófilos y pederastas que están en la Iglesia. “Y que la Iglesia debe de depurar en su caso”. Pues empecemos a pedir a la jerarquía que actúe contra todos los pedófilos y pederastas y sus encubridores empezando por el propio Papa.
En cuanto a la homosexualidad. Entre las iglesias cristianas existen una gran diversidad de opiniones y prácticas. Algunas aceptan la práctica sexual y bendicen uniones matrimoniales (es el caso de los congregacionalistas y unitarios universalistas).
Cuando desde esferas colaterales del Vaticano se aborda la homosexualidad se responde con la postura oficial del Vaticano y el Catecismo en la mano para justificar su homofobia. Los mensajes condenatorios y amenazantes contra los homosexuales generan una violencia social contra las personas homosexuales.
Así, los cristianos fundamentalistas hechan mano de la biblia, que, por cierto, fue escrita en un contexto patriarcal y heterosexista, y apela a la “doctrina moral” y que son “inamovibles y válidas para los hombres y mujeres de todos los tiempos”. Pero aquí hay que matizar.
Yo sugiero una reflexión y una relectura sobre el caso de David y Jonatan. En su canto fúnebre David expresa su amor por Jonatan.
¡Cómo sufro por ti, Jonatán, hermano mío! ¡Ay, cómo te quería! Tu amor era para mí más maravilloso que el amor de mujeres (2 Samuel 1-26). A esta frase se unen otros tantos hechos referidos a ambos, como es que, al terminar la guerra contra los filisteos: Al finalizar de hablar el joven David con el rey Saúl, Jonatán se encariñó con David, y lo amó Jonatán como a sí mismo
Al parecer, para muchos jerarcas de la Iglesia el cuerpo no existe y si se manifiesta hay que condenarlo. ¿Dónde están los derechos humanos de gays y lesbianas?
El hecho de que la Iglesia los rechace no significa que Dios los rechace.
¿Qué diferencia hay entre un cura gay y otro heterosexual, si ambos respetan su vocación y tratan de vivir la promesa de castidad que hicieron? ¿Es más pecado el acto homosexual que el heterosexual?
Según el jesuita Hermann Kügler, la Iglesia Católica está atrasada y no acepta aún el concepto científico de la homosexualidad, que dice que ésta es una variante normal del comportamiento sexual, y que no se puede influir terapéuticamente en ella, así como no se puede obligar a alguien a ser rubio o pelirrojo. La Iglesia dejó de considerar pecadores a los gays, pero sigue considerándolos enfermos a los que habría que tratar con amor y respeto. En una estructura feudal como es la Iglesia sólo se enseña lo que es aceptado por el sistema. Y el Caso Berger es un ejemplo.
[1] Entrevista realizada por Laura Lucchini desde Berlín y publicada el pasado 25 de noviembre de 2010 en el diario El País. http://www.elpais.com/articulo/soci...
[2] Muy destacable es el artículo escrito por Pablo J. Ginés Rodríguez dando cobertura a la infame teoría de que el problema de los sacerdotes católicos estadounidenses que han abusado de menores está en la notable prevalencia de clero homosexual. En el artículo de E-Cristians fechado en mayo de 2002 se recogen las siguientes afirmaciones:
“La inmensa mayoría de abusos sexuales en el clero americano se refieren a
sacerdotes homosexuales que molestaron a chicos de 16 ó 17 años. El problema en la Iglesia no es la pederastia: es la homosexualidad”.
[3] Según John McCloskey, del Catholic Information Service, "si los homosexuales u otros candidatos no idóneos no fueran admitidos en los seminarios ni ordenados, habría un resurgimiento de jóvenes viriles con deseos de santidad y evangelización que responderían a la llamada de Cristo. Así lo confirma la experiencia de un número creciente de diócesis de EEUU”. Informe Neoconservadores españoles. La Telaraña del Nuevo Lobby Fundamentalista Católico. Mayo 2004.
[4] Silencios ominosos, condenas inmisericordes. Juan José Tamayo, Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la universidad Carlos III de Madrid y autor de Teología de la Liberación en el nuevo escenario político y religioso. Tirant Lo Blanc. Valencia. El País. 15 de agosto de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario