Así ha dicho el Señor:
He aquí pongo delante de vosotros
camino de vida y camino de muerte.
Jeremías 21:8.
Os he puesto delante la vida y la muerte,
la bendición y la maldición;
escoge, pues, la vida, para que vivas.
Deuteronomio 30:19.
He aquí pongo delante de vosotros
camino de vida y camino de muerte.
Jeremías 21:8.
Os he puesto delante la vida y la muerte,
la bendición y la maldición;
escoge, pues, la vida, para que vivas.
Deuteronomio 30:19.
Existen preguntas insolubles para la inteligencia humana, las cuales sin embargo tienen una importancia capital. Sólo Dios puede contestarlas, y lo hace en su Palabra. Aquí están dos ejemplos: 1° ¿Cómo pueden los seres humanos, siendo todos pecadores y merecedores de una justa condenación, ser perdonados de manera que estén en paz con el Dios santo? – Creyendo en Jesús, quien hizo “la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20).
2° ¿Qué ocurre después de la muerte? – Sólo Dios puede responder, y lo hace. La Escritura distingue dos clases de hombres: los que han creído en Jesucristo y los que permanecen incrédulos; ahí reside toda la diferencia, que es capital, por cierto. El alma de los primeros se va junto a Jesús, en el reposo, mientras espera la resurrección de vida. Para los demás, por desgracia, no hay más esperanza de salvación, sino la trágica certeza de una eterna condenación (Lucas 16:25-26).
Algunos quisieran tener más detalles, más variedad en las opciones ofrecidas. Pero Dios es soberano, y ningún pensador o filósofo le impondrá su sistema. Él reveló esto porque es el Dios Salvador que nos ama y nos llama a escoger “la vida”, creyendo en Jesucristo. Tal es el amor de Dios: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36).
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