El escritor cartagenero cree que las colaboradoras de 'La Noria' son unas "cantamañanas"
Arturo Pérez-Reverte no se anda con chiquitas. Tras definir a España "como un país enfermo, inculto y que alardea de ser inculto", ahora el autor de títulos como 'La carta esférica' ha decidido centrar su tiro sobre María Antonia Iglesias y Pilar Rahola -ambas colaboradoras de 'La Noria' (Telecinco)-, al tacharlas de "joyas de la telemierda" y "cantamañas".
En su artículo de XL Semanal, publicado el domingo 20 de febrero de 2011, con títuloSobre violaciones y fascistas, el escritor se queja de "la demagogia pseudofeminista imbécil" de que hacen alarde estas "individuas".
La noticia de que la policía británica se infiltró en grupos ecologistas, publicada en enero por el periódico Telegraph ---Mark Kennedy: 15 other undercover police infiltrated green movement---, ha servido a Pérez-Reverte para hablar de lo que él considera una "tontería internacional": la ya citada demagogia y el afán de muchos de desvirtuar las palabras y vaciarlas de significado, como ocurre con el término "facha".
Con los tiempos que corren y los que van a correr, la tontería es internacional. Pensaba en eso leyendo las manifestaciones de unas ecologistas inglesas que aseguraban «sentirse violadas» porque el compañero de lucha con el que se dieron muchos, repetidos y voluntarios homenajes carnales, resultó ser un policía infiltrado.
Y claro. La diferencia entre irse a la cama con un ecologista o con un policía es que el txakurra te viola. Tú puede que no te percates; pero él, en su fuero interno, sabe que te viola. El fascista. Frente a eso, ya me dirán ustedes qué palabra reservamos al violador de verdad.
Para avalar su tesis, el escritor recuerda sus tiempos de corresponsal en TVE:
Pregúntenle a Márquez y a los colegas con los que andábamos por los Balcanes qué es violar de verdad, y a lo mejor los pillan relajados y se lo cuentan. Mujeres entre los escombros de sus casas, degolladas después de pasarles por encima docenas de serbios o croatas. Hoteles llenos de jóvenes apresadas para disfrute de la tropa, a las que se pegaba un tiro cuando quedaban preñadas.
Supongo que para individuas como Pilar Rahola, María Antonia Iglesias y otras joyas de la telemierda, que tras vivir de la política viven ahora de la demagogia pseudofeminista imbécil, el arriba firmante tendría que haber evitado aquello: persuadir a mil quinientos tíos con escopetas de que lo que hacían estaba feo. Seguro que las antedichas y otros cantamañanas de ambos sexos lo habrían evitado, con dos cojones. Interponiéndose. Así que seguramente me llamarán violador pasivo, por defecto.
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