Losantos: "La turbia relación del gallardonismo con la mafia de la noche propicia que la tragedia del Madrid Arena siga siendo materia de escándalo"
Una vez más se confirma la validez de la que podríamos denominar como 'Teoría de las 48 horas en la opinión'. Nos referimos a ese empeño de los articulistas del papel en seguir funcionando con los tiempos propios de la época previa a la generalización de internet. Así, sus columnas sobre un hecho concreto no se publican al día siguiente de que este haya ocurrido, sino que es en ese momento cuando las escriben y, por lo tanto, llegan a los lectores de los periódicos dos días después.
Tan sólo así se explica que este 12 de diciembre de 2012 haya textos dedicados a Santiago Cervera que los que se publicaron 24 horas antes. Eso sí, como ya ocurría el día previo, los columnistas de la izquierda no tratan el tema.
Pero antes de centrarnos en las numerosas columnas que los periódicos de derechas dedican al ex diputado navarro que destrozó su carrera a los pies de una muralla, veamos otras cuestiones. Para esto, arranquemos en la prensa de la Ciudad Condal. Aunque poco conocido fuera de 'ese pequeño país de ahí arriba' (Guardiola 'dixit') el hombre de Duran i Lleida en el Periódico de Catalunya y periodista-intelectual orgánico de Unió, Joan Barril, es un tesoro para este humilde lector de columnas. Cuando publica en el auto denominado 'diario de la Catalunya real' siempre deja algún regalo al buscador de argumentos sorprendentes.
En este caso lo hace equiparando al ministro de Educación con uno de los personajes malvados de El Señor de los Anillos. Lo hace en El tesoro de Gollum. Tras comparar a los sociólogos con otros tipos de científicos, dice:
Hagan ustedes ministro a un sociólogo y comprobarán que todo lo que decía saber en su expediente académico lo ha olvidado. Así le ha sucedido al ministro Wert, sociólogo que algún día fue hasta que puso su precaria ciencia al servicio de la FAES y ahora, en vez de servir de analgésico, ha preferido ser el brujo maléfico de la tribu, emperrado en repartir ponzoñas legales y clamar conjuros.
A este humilde lector de columnas siempre le ha llamado la atención el empeño de algunos periodistas catalanes, sobre todo el propio Barril y Pilar Rahola, en empeñarse en poner un artículo plural a la fundación de Aznar. FAES es singular, significa Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales. Sin embargo, con ese empeño en hablar, y escribir, de "las FAES" casi pareciera que quisieran dar a entender que son algo así como "Fuerzas Aznaristas Españolas" o "Fuerzas Armadas Españolas". Bromas aparte, no tienen nada que ver. Pero eso es lo secundario. Vayamos a la cuestión de fondo. Dice Barril:
Cada vez que le miro [a Wert] me recuerda a aquel personaje de El señor de los anillos llamado Gollum, que se pasa toda la película mascullando «Mi tesoro, mi tesoro». El tesoro de Wert consiste en ofrecer a su señor Aznar aquello que sus correligionarios no se habrían visto capaces de pedirle.
Buena estrategia propagandística, propia de los manuales de acción de totalitarios de distinto signo, esa de mostrar al objeto de odio como un ser repulsivo que no merece ser considerado humano.
Concluye:
Pero Gollum se siente toro bravo y en realidad ya empieza a formar parte de la ganadería de un Gobierno que no sabe adónde va y que demuestra una ignorancia intelectual que lleva al sonrojo. Si se asiste a un vertido descomunal de crudo, se nos dice que son hilillos de plastilina. Si las grandes autoridades mundiales hablan del cambio climático, se recurre a un primo lejano sin nombre que niega la evidencia. Si se promete que no se tocarán las pensiones, se las deja sin el aumento del IPC y ya las tenemos rebajadas. Gollum es el sociólogo desertor. Y su tesoro -como el de sus cofrades- consiste en hacer de la falsedad la única verdad posible.
No hay piedad con el enemigo, y el enemigo del nacionalismo es un Wert que nunca ha dicho que haya que prohibir el catalán. Por mucho que algunos traten de hacer lo contrario. ¿Qué decía Barril de hacer de la falsedad la única verdad posible?
Sigamos ahora con el principal competidos del Periódico de Catalunya, que no es otro que el subvencionado diario editado por el Conde de Godó y Grande de España. Pilar Rahola escribe en La Vanguardia La tormenta perfecta. Comienza diciendo:
El Gobierno de Rajoy va camino de conseguir la tormenta perfecta. Aún le quedan algunos sectores sociales que no están en pie de calle, pero con un poco de tiempo, lo conseguirá. Lentamente todos los colectivos que soportan en sus carnes una política a la deriva, cada día más improvisada y menos certera, van levantando la voz. Lo último ha sido lo de los jueces y fiscales, que se han unido en su pulso contra el ministro de Justicia. Lo cual es una proeza histórica, porque debe ser la primera vez que las distintas -y confrontadas- organizaciones de jueces van a la una por algo. Y el algo, es algo serio: una reforma incomprensible que no sólo no resuelve los graves y endémicos problemas de la justicia, sino que tiene todas las posibilidades de agravarlos.
Dice del ministro de Justicia:
[La reforma de la Justicia] ha dejado al ministro de la cosa, el otrora coleguilla de todos Ruiz-Gallardón, con la credibilidad bajo cero, sólo superado en inquina ciudadana por el amigo de los pueblos y los idiomas, un tal Wert.
Estimado lector, tenga en claro una cosa si quiere triunfar como columnista en un periódico catalán subvencionado o como tertuliano en un medio público propiedad de la Generalitat. Incluya siempre una crítica o un insulto a Wert, aunque no venga a cuento, eso le hará puntos ante la catananismocracia de la que dependerá su futuro.
Concluye con unas frases contundentes:
El Gobierno rematará la persistente labor de conseguir no tener ningún apoyo social. Es la tormenta perfecta, la que todo lo arrasa y nada deja.
Viajemos ahora a Madrid, en cuya prensa de derechas sí encontramos bastantes artículos dedicados a Santiago Cervera. Sobre todo en El Mundo. Son varias las columnas dedicadas al ya ex político navarro, pero nos quedaremos sólo con dos. En primer lugar nos fijamos en la de Federico Jiménez Losantos, titulada De Cervera a Villanueva:
La mortal caída de Santiago Cervera a los pies de la muralla de Pamplona es uno de los episodios más rápidos de liquidación política que hemos visto en muchos años. Sólo Antoni Asunción fue tan veloz en dimitir cuando se le escapó Roldán, pero él se fue del Gobierno por su propio pie, no lo echaron del partido a patadas. En cambio, lo de Cervera ha sido una ejecución exprés.
Fija su mirada en la secretaria general del PP:
No es popular el oficio de verdugo, y menos en Navidad, pero se ha aplaudido a Cospedal por su celeridad con el garrote vil. Desde Pepe Isbert en El Verdugo no veíamos tanta pericia ultimando al prójimo. Lo que ahora debe explicar Cospedal es por qué puede correr los sanfermines y sigue paralizada en Madrid.
Le pide que actúe en relación con la tragedia de Madrid Arena, y no duda en señalar con el dedo al ex alcalde y actual ministro de Justicia:
La rauda Cospedal no debería demorarse en decirle a la alcaldesa de Madrid que depure de una vez las responsabilidades políticas en una tragedia inolvidable y que la turbia relación del gallardonismo con la mafia de la noche propicia que siga siendo materia de escándalo.
Concluye:
Villanueva sigue ahí. También Cospedal, majestuosamente quieta, como la Dama de Elche.
Santiago Gónzalez titula La mejor versión. Retrata a Santiago Cervera en los siguientes términos:
Él debía de verse a sí mismo como látigo de corruptos. No parece que su especialidad fuera la de hacer amigos duraderos. No ya en Caja Navarra, sino en la política.
Hay que pensar en su inocencia hasta nuevo aviso. No es que sea una novedad que un político de cualquier bando se deje querer, no hay nada tan transversal y sostenible como ello, pero este caso va más allá de una simple corruptela; escribir un e-mail al presidente de la CAN para exigirle pasta con amenazas es mucho remangarse y mucho empaparse del código del hampa. Como diría el difunto Pirri, «para chantajear a un hombre hay que echarle un par de huevos. Es triste, pero es así la vida».
Concluye:
Lo malo para él es que la versión que más le favorece, con la que invoca su inocencia, no lo deslegitima moralmente, pero lo convierte en un simple y lo incapacita intelectualmente. Por muchas ganas que le tuviera a la caja y a su presidente, debió de pensar por qué su anónimo comunicante no le enviaba la documentación por correo, postal o electrónico. Por mucha afición que tuviera a los juegos de rol, tenía que haberse hecho acompañar por un compañero de partido y un notario, pongamos por caso. Ahora bien, si su versión fuera la cierta, ¿quién en el mundo de la política o las finanzas fue capaz de urdir una trama como la descrita? Vaya tropa.
En La Gaceta, Javier Algarra publica 'Extorsión o estulticia', artículo poco comprensivo con Cervera:
¿Le tendieron una trampa a Su Señoría o intentaba sacar tajada? Si el diputado intentó chantajear al banquero, es un delincuente y deberá responder ante la justicia por sus actos. Aunque parezca increíble que nadie pueda pringarse de tal modo por una cantidad bastante exigua. Pero si es cierta la primera versión, la que ofrece el diputado, entonces ha pecado de inocencia, es un alma de cántaro y demuestra muy poca perspicacia como para dedicarse a la política.
Concluye:
Es como el chiste de "susto o muerte". No sabemos qué es peor, si un político corrupto que extorsiona para sacar pasta o un bobalicón que no se entera de nada. En beneficio del pobre Cervera, es preferible que sea esto último. Aunque es una pena tener que elegir entre extorsión y estulticia. "Haber elegido muerte".
Como ya comentábamos la jornada anterior, se extiende la idea de que Santiago Cervera es inocente en su doble sentido, como no culpable y como un pardillo fácil de engañar.
Cerremos esta 'Afilando columnas' en el ABC, con un artículo de Ignacio Camacho dedicado al que ya hemos visto que es uno de los co-protagonistas de las las secciones de opinión del día: Alberto Ruiz Gallardón. En La última habitación, el columnista del diario madrileño de Vocento descarta que el ex alcalde de Madrid pueda llegar algún día a aspirar a ser presidente del Gobierno:
EL mirlo blanco del centro-derecha, el eterno recambio 'in pectore' del liderazgo del PP, parece decidido a quemar en la hoguera del reformismo marianista su impoluto retrato de seductor electoral.
Hasta en su propio partido, donde salvo entre el sector esperancista siempre ha gozado de una popularidad reverencial, se le empieza a ver como una incómoda fábrica de conflictos que provoca ruido extra en un Gabinete asediado.
Destaca algo de su actual situación muy distinta de la que tenía en sus anteriores cargos:
Por primera vez en su trayectoria forma parte de un proyecto que no lidera, cuyos riesgos no puede asumir en solitario ni aliviar con el bálsamo de una victoria personal en las urnas. Las cartas con las que apuesta ya no son todas suyas.
Quizá por eso haya que creerle cuando reitera que ésta es su última habitación política.
Concluye:
Sólo un político que se ve a sí mismo al final de su recorrido se atreve a fijarse una misión suicida. Cada etapa de Gallardón parecía siempre la esperanza de otra más alta, pero ésta suena sinceramente a fin de ciclo. Está consumiendo su cuidado capital de imagen en una batalla corporativa. Fiscal de carrera e hijo de jurista, puede que haya considerado que su mejor broche curricular sea una revolución de la justicia. La manera en que la ha emprendido da a entender que le importan poco los almohadillazos porque ya sólo se contempla juzgado por la Historia.
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