La elección de Juan Kruz Mendizabal como vicario de pastoral sorprendió a muchos de los que, como él, firmaron la carta crítica hacia José Ignacio Munilla. 'Kakux', como le conocen todos, aceptó el reto porque creía que «podía aportar algo» y, aunque el cargo le ha supuesto complicarse un poco más la vida, intenta con «distancia corta» y trato directo, fiel a su estilo, «resolver los asuntos» que enrarecen el clima de la diócesis.
-¿Qué balance hace del año?
-Ha sido un año intenso. Mi espacio de vida ha cambiado pero el modo de trabajar no, seguimos apostando por lo de siempre. Somos medios y si podemos ser útiles para el servicio que nos encomienda la Iglesia, pues lo hacemos.
- ¿Le sorprendió la llamada del obispo?
- Sí, no la esperaba. Pero cuando me lo pidió no lo pensé.
- ¿Incluso después de ser uno de los firmantes de aquella carta crítica?
- Siempre cuesta. Pero en la Iglesia seguimos por fidelidad no al obispo sino a Jesucristo, y yo creía que podía aportar algo. La Iglesia no puede funcionar con esquemas maniqueos. Somos una comunidad cristiana que tiene que crear un espacio habitable para todos. Y esto es una complicación que asumí en clave vocacional, no solo en clave de estrategia eclesial o política, porque entonces sería una marioneta. La comunidad eclesial hay que construirla en comunidad, aunque haya que usar mucha mercromina para sanar heridas, escuchar y ver perspectivas nuevas.
-El origen del desencuentro se sustenta en la forma de entender la Iglesia actual, el apego o desapego a las líneas marcadas por el Concilio Vaticano II, y de hecho se ha creado algún grupo cristiano en su defensa. ¿Es así?
- Nadie tiene el copyright del Concilio Vaticano II. El actual gobierno es heredero directo de él, y nadie puede apropiarse del estilo que se deriva del Concilio que son la dimensión del pueblo de Dios, la participación del laicado y la centralidad del pobre. Esas líneas fundamentales siguen intactas en nuestra iglesia diocesana, aunque puede haber experiencias o sensibilidades diferentes.
-¿Ha pensado que la decisión de traer a Munilla era una decisión política?
-Creo que no. La Iglesia se mueve ahora en otros parámetros, eclesiales. Es verdad que estamos acostumbrados a que las discusiones eclesiales pasen al ring político de una manera muchas veces reductivista.
-Pero sí se interpreta que los movimientos en la Iglesia vasca buscan 'controlarla'.
-Siempre nos han dicho que nuestra diócesis ha tenido perfil nacionalista. Lo importante es que el obispo sepa comunicarse con sus fieles, que haya un entendimiento. En las últimas designaciones el perfil ha cambiado, porque son obispos que han tenido una evolución eclesial diferente a la que estamos acostumbrados, mucho más jóvenes y provenientes de una realidad diferente. Pero si un pueblo tiene suficiente cintura y perspectiva para aceptar a un párroco cómo una comunidad cristiana no va a ser capaz, progresivamente, de aceptar a un pastor.
-¿En qué situación está ahora?
-Puede haber un problema de sintonía en el plano ideológico o mediático, pero luego hay un acercamiento práctico en el día a día. En la distancia corta vamos resolviendo los asuntos, no hablando de balcón a balcón.
-¿Hay peligro de deriva?
-Eso no se va a dar. Esta iglesia no depende de un solo capitán. Tenemos que turnarnos en la dirección del timón y llevar juntos la carga para que el barco no se escore. Pero no hay obispo que pueda teledirigir las acciones pastorales.
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