"El Papa Francisco come con todos y todo lo que le sirven"
La residencia de Santa Marta, que se encuentra en el interior del Vaticano, carece de interés arquitectónico, huele a limpio, brillan los suelos, y las mesas doradas apoyadas en las paredes le dan un cierto aire clásico, pero pasaría inadvertida si no fuera porque allí vive el papa Francisco.
La recepción de la residencia la llevan unas mujeres y enseguida se entra a un gran espacio en forma de elipsis y desde allí se ve las plantas superiores. En la primera de ellas habita el papa Francisco.
Es la hora del almuerzo y hoy, viernes, apenas hay huéspedes en la residencia y en el comedor con capacidad para 140 personas coronado con una bóveda acristalada que le confiere un aspecto moderno.
Miembros de la Secretaría de Estado y obispos de todos los rincones del mundo almuerzan en silencio.
Mesas redondas y cuadradas, con manteles blancos, sillas cómodas tapizadas de verde.
El Papa se sienta en una mesa redonda con sus dos secretarios, el maltés Alfred Xuereb y el argentino Fabián Pedacchio, admirador de las películas de Almodóvar y lector de Gabriel García Márquez, además dos de guardia de seguridad.
Cerca de la mesa reservada para el Papa, un enorme crucifijo colgado de la pared de madera recuerda que nos encontramos en un lugar religioso. Hoy el papa no está en Santa Marta pero el menú es el mismo que si hubiera estado: Sopa de pescado, berenjenas rebozadas con pimientos rojos y ensalada que uno puede servirse de una larga mesa acompañado por un vino Cabernet Sauvignon situado junto a un frutero de tosco vidrio lleno de frutas.
Cuando se pregunta qué es lo que más le gusta al Papa, una de las monjas que atienden el comedor responde que come de todo lo que le sirven, lo mismo que todos.
Un miembro de la Curia, que prefiere mantenerse en el anonimato, explicó a Efe que así como Juan XXIII se trajo a Roma a su gente del Véneto, Juan Pablo II a sus monjas y comunidad polaca, Benedicto XVI se contentó con las visitas de su hermano Georg y la compañía de su secretario personal Georg Wanstein. Nunca fue amigo ni de salir, ni de fiestas.
Lo que sí se trajo de su casa de Città Leonina fueron todos su libros, "se ve que le dio pena abandonar aquella casa", refiere el monseñor.
Jorge Mario Bergoglio, según asegura el miembro de la Curia, no se ha traído a nadie, pero habla mucho por teléfono y recibe mucha gente aquí. "Le encanta charlar, dialogar", asegura.
El papa Francisco dispone de un comedor privado anexo al general para sus almuerzos privados.
En cuanto a la relación de Francisco con el papa emérito Benedicto XVI, que vive en un monasterio intramuros con su "familia pontificia" de la que forman parte su secretario privado y actual Prefecto de la Casa Pontificia, el arzobispo Georg Ganswein; las cuatro laicas consagradas de la comunidad "Memores Domini" y un diácono belga, los miembros de la curia cuentan que "es raro el día en que no se hablen y el día que no se llamen".
Y reconoce que el papa alemán lo pasó mal desde aquel 28 de febrero en que renunció al pontificado hasta el 13 de marzo en que resultó elegido papa el cardenal Bergoglio: "Entonces pudo respirar".
El miembro de la Curia que más de una vez oficia misa con el Papa, muestra el Ipad y asegura que ya lo utiliza, a sabiendas del pontífice, para las ceremonias litúrgicas, aunque luego se le hace raro besar el aparato, en lugar de los Evangelios de papel.
Luego de hacer en el Ipad la señal de la cruz "me aparecen la agenda, el calendario etc..", una jugarreta de las nuevas tecnologías, que el Papa recibe con no poca sorna. (RD/Agencias)
stagduran
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