"Soy una activista de las políticas sociales"
Apoyada en sus impresionantes tacones y embutida en un vestido ceñido que resalta su figura, Nadine Heredia, esposa del presidente, Ollanta Humala, entra sin asomo de protocolo, en el restaurante peruano Astrid & Gastón, uno de los locales de moda de la capital. Recién llegada de Lima para asistir a la reunión sobre hambre, seguridad alimentaria y desnutrición que se celebró a primeros de abril en Madrid, la primera dama aguanta bien el jet lag. Aupada en un taburete posa sonriente para el fotógrafo, antes de sentarse a degustar un zumo de naranja y granadilla. Cálida, culta y segura de sí misma, Heredia parece traer bien aprendido su discurso como embajadora especial de la FAO para el año internacional de la quinua. "No vengo solo como mensajera de un cereal de alto valor nutricional, cuyo cultivo a manos de los campesinos andinos no se ha modificado en 5.000 años, sino para ofrecer al mundo un alimento que puede ayudar a vencer el hambre".
Heredia sabe que la quinua no es todavía muy conocida en España, aunque ya se venda en herbolarios y su uso se haya extendido a la cocina gourmet, pero vaticina que "su consumo se ampliará pronto", aunque los precios hayan subido últimamente, dado que ya forma parte de la lista de alimentos que acompañan a esa corriente tan de moda a favor de la comida saludable. "Además, reduce el colesterol malo, no contiene gluten y forma parte de la dieta de los astronautas". Heredia reconoce también que la quinua tiene un largo camino por recorrer, incluso para introducirse de lleno en la mesa peruana donde debería "desterrar la comida chatarra". Al menos, en el palacio presidencial forma parte del consumo habitual: "La tomamos interdiario. El presidente la desayuna con leche, yo concentrada con agua del tiempo (una especie de refresco) y forma parte de la comida habitual del menor de mis hijos".
Como esposa del presidente Humala, toma parte activa en la política, su caricatura ilustra especulaciones sobre su futuro político y su influencia. Algunos medios la califican como la generala —"vaya, ya me ascendieron"—, pero ella no se distrae con esas cuestiones. Licenciada en Ciencias de la Comunicación y Sociología, basta ver cómo se mueve para entender que no ejerce como la típica esposa florero de mandatario. "Mi trabajo ha levantado ciertas perspicacias en algunos medios, empeñados en buscar noticias donde no las hay. Indudablemente ser la esposa del presidente me ha dado la oportunidad de hacer muchas cosas, ahora soy una activista de las políticas sociales del Gobierno", dice sonriente. "Pero que nadie se equivoque, ambos compartimos esta aventura política, de hecho, la iniciamos juntos hace muchos años yo voy a seguir apoyando en todo a mi marido". Personalmente se ha implicado mucho en las campañas para prevenir el mal trato a las mujeres. Grandes fotografías, alentando a parar las agresiones domésticas, inundan los edificios de las calles limeñas. "No puede haber cambio social sin las mujeres, ellas nutren el mundo y, en este momento, son nuestras principales aliadas", asegura antes de partir y recomendarle a la periodista que acabe su zumo: "No engorda".
stagduran
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