Cómo mejorar el sistema inmunológico a través de la alimentación.
Con la llegada del frío y el despertar de los virus, a nuestro sistema inmunológico le viene muy bien una ayuda extra para defenderse de los potenciales ataques al organismo. La alimentación es clave a la hora de reforzar nuestras defensas y consumir determinados productos puede procurarnos las vitaminas, minerales y antioxidantes que necesitamos sin tener que recurrir a los suplementos. Los cítricos de buena mañana, con su vitamina C y su poder alcalinizante, son una excelente opción para empezar el día. Pero hay más…
Alimentos fermentados: casi todas las culturas han consumido durante siglos alimentos fermentados. Ayudan a restaurar el equilibrio saludable de las bacterias intestinales y mejoran considerablemente la digestión, base fundamental para un sistema inmunológico eficiente. Beber un poco de Kefir todos los días, comer pan de masa fermentada y aderezar nuestros platos con salsas fermentadas resulta excelente para nuestro organismo.
Aceite de Coco Virgen: es muy beneficioso para la tiroides y por tanto para el metabolismo. El aceite de coco es rico en ácido láurico, que en nuestro interior se convierte en monolaurina, el componente de la leche materna que refuerza la inmunidad del bebé. Como tiene buena resistencia al calor, el aceite virgen de coco se puede utilizar para freír u hornear, en sustitución de la mantequilla.
Verduras ecológicas locales: llenar la despensa con productos orgánicos, libres de pesticidas, nos asegura una excelente fuente de vitaminas y minerales sin las toxinas que alteran nuestra salud. Es clave comer alimentos de temporada y producidos lo más cerca posible, para evitar el deterioro que ocasiona el paso del tiempo. Cultivar nuestra propia brócoli o pimientos en la terraza de casa podría ser uno de los buenos propósitos para el año nuevo. Es más fácil de lo que puede parecer.
Arándanos: los arándanos silvestres contienen fitoquímicos de gran alcance, tales como la antocianina, que proporciona su color azul y que tiene elevado poder antioxidante. Entre sus efectos terapéuticos conocidos están la reducción de las enfermedades coronarias, los efectos antitumorales, antiinflamatorios y antidiabéticos, además del mejoramiento de la agudeza visual y del comportamiento cognitivo.
Hongos: las setas contienen una gran cantidad de vitaminas, incluida la vitamina D. Es más, se trata de uno de los alimentos que puede ofrece este potenciador inmunológico. También contienen beta-glucanos, que pueden activar o modular el sistema inmunológico. Resultan especialmente beneficiosos los hongos Reishi, Shitake y Maitake.
Alga Chlorella: es un alga unicelular de agua dulce que atrapa las toxinas como el mercurio y las retira del organismo. La Chlorella también ayuda a procesar mejor el oxígeno, a limpiar la sangre y a promover el crecimiento y la reparación de los tejidos. El 40% de su peso, ya desecado, son proteínas, si bien para su consumo debe estar procesada antes de ser incluida como ingrediente de preparados alimentarios.
Té verde: el té verde contiene polifenoles en forma de sustancias químicas naturales llamadas catequinas. Estos compuestos tienen muchos beneficios para la salud, con efectos positivos en los cinco órganos vitales, especialmente el corazón, y pueden ayudar a estimular el sistema inmunológico.
Ajo: resulta un ingrediente imprescindible en la dieta saludable, ya que el ajo es antibacteriano, fungicida y antiviral. En los guisos invernales se convierte en el aliado de excepción ante las enfermedades de esta época. Además de su conocido poder anticoagulante, este bulbo tradicional de la dieta mediterránea es un antibiótico natural con propiedades expectorantes, contra la tos y la ronquera.
Cúrcuma: esta sencilla especia de color naranja brillante tiene una alta capacidad antioxidante y se sabe que es un agente anti-cáncer. Su capacidad antioxidante es 8,5 veces más potente que la de las vitaminas C y E. La medicina ayurvédica utiliza la cúrcuma como importante medicamento anti inflamatorio. Se puede añadir a sopas, guisos y arroces para aportarles otro saludable toque.
Pimienta Negra: es la especia más popular y ya en la antigüedad se utilizaba para tratar la bronquitis aguda. Contiene manganeso, hierro y vitamina K, mejora la digestión y la salud intestinal. Al consumir pimienta se estimula la secreción de ácido clorhídrico, esencial para digerir los alimentos y evitar así la proliferación de bacterias que causan alteraciones gastrointestinales como los gases, la diarrea o el estreñimiento. Además de carminativa o diurética, la pimienta también tiene capacidad antioxidante, antibacteriana y de estimular la descomposición de las células de grasa.
Orégano: fresca o seca, el orégano es una hierba aliada cuando los catarros acechan. El orégano tiene capacidad antimicrobiana, antitumoral, antiséptica, tónica y digestiva. En infusión resulta muy eficaz contra la tos, la afonía y las molestias de garganta. Su agente activo, el ácido rosmarínico, es un poderoso anti-oxidante.
Canela: esta especia originaria de Sri Lanka es un poderoso agente antimicrobiano, letal para numerosas bacterias como la E. coli. También contiene compuestos anti-inflamatorios, es relajante, beneficiosa para el corazón y ayuda a reducir el colesterol, los triglicéridos y el azúcar en sangre. Además de añadirla a postres y a guisos con tinte oriental, también es una saludable costumbre incluir a la canela en la taza de café o cacao, en zumos, infusiones, tostadas y cereales.
Clavos de olor: los frutos del árbol del clavo, nativo de Indonesia, contienen eugenol, un poderoso antiséptico y anestésico, de ahí sus beneficios en dolores de muelas y de garganta. En platos como el arroz con leche el aroma del clavo resulta exquisito.
Jengibre: este rizoma típico de la gastronomía asiática contiene gingerol, un supresor del cáncer. El jengibre también es excelente para la digestión, alivia las flatulencias y la inflamación de garganta. Además de ingrediente de guisos y repostería, el jengibre permite elaborar deliciosas infusiones. Si también añadimos una ramita de canela, tenemos un cálido tónico, ideal antes de acostarnos.
Cayena: el chile en polvo contiene beta-caroteno, un fuerte anti-oxidante y es una fuente considerable de vitamina C y A especialmente. La capsaicina, una de las sustancias responsables de la sensación picante, es un efectivo antibiótico y se ha demostrado que provoca la destrucción de las células cancerígenas en laboratorio. Con todo, se considera saludable consumir comida picante, que además estimula las endorfinas que nos dan sensación de bienestar, tan necesaria cuando bajan las horas de luz. Una pizca de cayena en la taza de chocolate nos aporta otra versión de la experiencia.
Tomillo: los egipcios ya utilizaban esta hierba para embalsamar a sus difuntos. La cocina mediterránea también la incluye frecuentemente en sus recetas, para adobar y aderezar. Esta aromática planta contiene flavonoides y ácidos fenólicos como el cafeico o el rosmarínico. La esencia se compone fundamentalmente de timol y confiere a la hierba propiedades tonificantes, estimulantes del apetito, espasmolíticas, antisépticas, expectorantes y antifúngicas. Los ácidos fenólicos refuerzan la acción antiséptica. El tomillo se ha empleado contra la tos ferina, las inflamaciones crónicas de los bronquios, el asma, el dolor de estómago, los trastornos digestivos y la diarrea. Con todo, una sopa de tomillo para entonar las frías noches del invierno es una opción ganadora. Lo mismo que una infusión de tomillo y saúco, si es que el catarro ya nos ha pillado.
ecogaia
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