¡Ave, Ángela, los que van a morir te saludan!
Hay un mantra, que repite últimamente Rajoy en todos los foros, que por un lado levanta el ánimo, pero por otro deja al personal comiéndose el coco.
Por donde pasa el Presidente resuena el eslogan que seguramente le ha chivado al oído De Guindos, su Rasputín económico: "España ha hecho los deberes". Se lo dijo el otro día el presi a la Merkel en persona, y se lo repite De Guindos, como un disco rayado, a cualquier colega que se cruza en las frecuentes y estériles cumbres europeas.
Menos mal que no hay pasta, sino estaríamos padeciendo un diluvio televisivo con el diseño corporativo que inauguró Rodríguez Zapatero: "Hemos hecho los deberes. Gobierno de España"
Esta cuestión no es tan intrascendente como se están imaginando los lectores. Porque, ¡pensemos juntos! Si es verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, tendríamos que llegar a la funesta conclusión de que los mercados son uno hijos de la Gran Bretaña (y a lo mejor hemos dado en la diana sin habérnoslo propuesto).
Nos examinamos ante ellos, hacemos puntualmente los deberes y resulta que, como recompensa, nos acribillan con la prima de riesgo y nos suben los intereses de la deuda soberana ¡Hay que ver lo raritos que son esos zorros de la City de Londres!
Pero, claro, si es mentira, y Rajoy y De Guindos se han tirado el pegote, tendríamos que llegar a la conclusión de que el poder no es que cambie a las personas, es que las abduce literalmente y las transforma en tan sólo cinco meses.
De Rajoy se tienen muchas visiones distintas y distantes en su tierra, que no vamos a describir ahora. Pero, de mentiroso propiamente hablando, no se han percibido nunca rumores flotando en el viento del norte galaico.
Probablemente esté diciendo la verdad. Y la única explicación que podríamos encontrar para despejar la incógnita de tan flagrante paradoja: cuanto mejor hace sus tareas, más sube la "prima" y más baja la Bolsa, es que los deberes que le imponen Berlín y Bruselas no coincidan precisamente con los deberes que quiere imponerle la sibilina City de londinense.
¡Cuidado!, como dirían Baute y Marta Sánchez. Lo mismo estamos siguiendo al pie de la letra la "hoja de ruta" de fräulien Merkel, convencidos de que lo que es bueno para los alemanes es bueno para los españoles, como lo que era bueno para General Motors era bueno para los americanos, y acabamos como las tribus indias del lejano oeste: abandonados a nuestra suerte económica y social en una reserva india de los Estados Unidos de Europa.
¡Mucho ojo con los deberes de Bruselas! Les das la mano y te cogen el brazo. Les das estabilidad presupuestaria, control de déficit, reforma laboral, recortes hasta en el carné de identidad, y siempre acaban pidiendo un poco más, hasta que la última solución que nos quede sea ponernos a cuatro patas y dejarles que desahoguen sus más bajos instintos, indescriptibles en horario infantil. Este mismo 30 de mayo de 2012 nos presentaban una nueva factura política y social IVA incluido.
Una Europa Oficial y una Europa clandestina
Estaremos haciendo los deberes. Pero, francamente, no nos cunde. Quizá sería mejor negociar clandestinamente con los mercados, a escondidas de Europa, no vaya a ser el diablo que, lo que quieren ellos de España, no coincida con lo que dice Berlín que quieren los mercados de los españoles. Que estemos haciendo el primo. Que la Europa oficial y la Europa clandestina sólo coincidan en el infinito, como las rectas paralelas.
El problema no es si Rajoy y De Guindos están haciendo los deberes, sino qué deberes están haciendo. Quién se los está poniendo, cómo, por qué y con qué oscuras intenciones. Porque, de momento, si Merkel quiere ayudarnos, si es nuestra aliada, lo disimula hasta tal punto que casi mejor pasarnos al enemigo, que igual no nos niega un poco de pan y un poco de agua.
A este paso aún acabaremos viendo a Rajoy y De Guindos en Berlín, ante Merkel, exclamando en nombre de los españoles: ¡Ave, Ángela, los que van a morir te saludan!
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