Benedicto XVI pide «una sociedad abierta y renovada» en Cuba - ABC.es
Cansado y afónico, pero contento de estar en Cuba, Benedicto XVI presidió al atardecer del lunes una misa multitudinaria con 200.000 fieles en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba. Hacia el final de su homilía, el Papa invitó a los fieles a "construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre", pero utilizando sólo "las armas de la paz, el perdón y la comprensión".
El Papa quiere una transición, pero exquisitamente pacífica y, para facilitarla, un clima de reconciliación que sólo se alcanza cediendo por ambas partes, sobre todo por la más débil. Esa es la línea que sigue el Vaticano con el gobierno. Si se hubiese empeñado en una postura maximalista, Benedicto XVI no podría estar en Cuba levantando los ánimos a los católicos en un país donde la práctica religiosa es una de las más bajas de América.
Los obispos y los fieles cubanos estaban encantados de recibirle en una plaza gigantesca presidida por un gran altar con los colores de la bandera de Cuba: rojo, blanco y azul..
A diferencia de México, donde los fieles se comportaban de manera exuberante, los de Cuba son más serenos, más reflexivos, con las espaldas cargadas por una vida más dura. En cambio, Cuba es una superpotencia musical y las canciones de la misa eran extraordinarias en ritmos y en letras.
El Papa quiere mantener en este viaje una línea estrictamente religiosa y no política, pero enseguida se ha establecido un clima de complicidad y de sintonía. En la misa de ayer, por ejemplo, se rezó por "los presos", sin que fuese necesario mencionar a los políticos.
En la línea de subrayar el carácter religioso de su visita, el único discurso que Benedicto XVI pronunciará el martes será una plegaria a la Virgen de la Caridad, patrona de la isla, en el santuario de El Cobre, la antigua mina en tiempos de la colonia.
Por la tarde, ya en La Habana, el Papa realizará una visita al presidente Raúl Castro en el Palacio de la Revolución,pero lo más importante es la conversación privada, ya que no habrá discursos públicos. El programa prevé que, al término del encuentro, el presidente cubano y el Papa se asomarán juntos al balcón para saludar a las cámaras de televisión y los fotógrafos que estarán esperando en la plaza para tomar esas imágenes, de gran valor para los hermanos Castro.
Veinticuatro horas antes, la posible presencia de Fidel seguía siendo un enigma. El Comandante actúa siempre de ese modo con las visitas importantes. Decide él en que momento entra en el terreno de juego. Mantener la incertidumbre multiplica el interés respecto al posible encuentro.
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