El candidato «de la oposición» es el director de las Jornadas de Católicos y Vida Pública que se han celebrado en casi 40 diócesis, Carlos Romero, que se declara «cien por cien fiel al Magisterio de la Iglesia y sus obispos». Capitán de navío, militar de carrera, hijo de almirante, explica que «a los marinos les gusta cantar la Salve, como hicieron con el Papa en Santiago, y toda España se emocionó. Eso no está reñido con la libertad religiosa. Si a alguien no le gusta, que no acuda».
- Usted viene de familia numerosa. ¿Eso es útil para presidir una asociación?
- Nací en 1954, el noveno de diez hermanos, así que lo heredaba todo de ellos. Aprendí, obviamente, austeridad, que es algo bueno.
- ¿Cómo conoció la ACdP?
- Fue en Cádiz, en los 90. Me atrajo el carisma de la vida pública de la ACdP, que enseña que el católico no lo es para sí mismo, sino para los demás, para transmitir la Buena Nueva y mejorar la sociedad.Luego conocí Cursillos de Cristiandad en 2002. Reforzó mi espiritualidad, me hizo vivir la fe de otra forma. Benedicto XVI habla en «Deus caritas est» de que el cristianismo es «el encuentro con una Persona», y yo tuve ese encuentro en Cursillos. Pero Cursillos no es un movimiento absorbente, sino que te anima a seguir en tu parroquia, tu movimiento. Un fin del Congreso Católicos y Vida Pública, por ejemplo, es reunir a todos los movimientos y poner en común nuestras inquietudes. En el programa hay gente de muchas realidades. Eso me gusta. La ACdP busca unir a los católicos, cada uno con su sensibilidad. Por eso no puede inclinarse por un grupo más que por otro.
- ¿Se puede ser propagandista y de otra realidad eclesial al mismo tiempo?
- La ACdP fue fundada por un jesuita, Ángel Ayala, proviene de una espiritualidad ignaciana. Realizamos ejercicios ignacianos cada año. Es posible la doble militancia, siempre que no quieras impregnar la ACdP del carisma de tu otro movimiento. Yo llevo a Cursillos en el corazón, pero lo dejo aparcado en el ámbito de la ACdP. Hasta ahora no ha habido ningún conflicto relacionado con una doble militancia, pero puede ser un tema a tratar en la próxima asamblea.
- ¿Hace la ACdP política?
- La ACdP puede opinar, pero no tomar partido por una formación política. Ojalá hubiera más propagandistas en la política, pero la asociación como tal no debe significarse. Si el presidente va a ciertos foros, algunos pueden interpretar que apoya a ciertas formaciones, y eso es lo que mi candidatura quiere evitar.
- ¿Qué más piensa que se debe cambiar en la ACdP?
- Tradicionalmente el presidente de la ACdP, que también es automáticamente presidente de la Fundación San Pablo CEU, era una persona distinta del director general, quien se encargaba del día a día. Pero desde hace dos años el presidente también es director general. Así, los patronos de la Fundación tienen complicado fiscalizar al director general. Y el presidente dedica casi todo su tiempo y esfuerzo al día a día del CEU, a los centros educativos, desatendiendo la ACdP. De ahí surge mi candidatura. La ACdP es más grande que el CEU, más grande que sus obras, que a lo largo de los años han ido pasando.
- ¿A quién animaría a ingresar en la ACdP?
- A cualquier profesional católico con vida familiar y carrera profesional ya encarrilada, economía estable e inquietud por transmitir la Buena Noticia en la vida pública.
- ¿Qué piensa de las grandes manifestaciones de católicos en defensa de la vida o la educación?
- Todo lo que sea manifestar públicamente la fe me parece muy bien. El Evangelio pide «id al mundo entero», no quedarnos en casa. Las Jornadas de Católicos y Vida Pública son un ejemplo. Nacieron del Congreso en 2006. Hemos celebrado más de 70 jornadas en casi 40 ciudades. En ellas participa siempre algún ponente de prestigio y representantes del catolicismo local. Así impulsamos a los católicos a salir y actuar.
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