¿Nos 'cuelan' arroz para perros? | Andalucía | elmundo.es
En momentos de crisis, siempre hay quien intenta sacar tajada, incluso llegando a extremos que pueden rayar lo miserable, con prácticas como rebañar unos céntimos en cada paquete de arroz que, kilo a kilo, resultan una cantidad importante. En los últimos tiempos (en algunos casos ya hace unos años), se ha detectado una práctica inaceptable por parte de algunos grupos alimentarios que no tienen reparo en colocar los lineales de los supermercados y grandes superficies, frecuentemente bajo un producto que habitualmente se destina a alimentación para perros, en los lineales de consumo general, esto es, humana.
El fraude consiste en destinar a ofertas habituales de marcas de distribución un arroz con un elevado porcentaje de granos partidos
El fraude consiste en destinar a ofertas habituales de marcas de distribución un arroz con un elevado porcentaje de granos partidos, hasta el punto que puede apreciarse inmediatamente cuando se cocina el producto. En la reglamentación actual está estipulado que cuando se supera el porcentaje del 7,5 por 100 de granos partidos, ese arroz se destina a consumo animal, básicamente para la alimentación de perros.
Eso sí, habitualmente el arroz destinado para la alimentación canina es presentado en formatos grandes con mezclas de cordero o pollo e incluso el arroz es 'saborizado' para hacerlo más gustoso para el animal.
Sin riesgo para la salud
Este arroz partido no supone ningún riesgo para la salud ni de los humanos ni de los perros. En lo que sí se aprecia la diferencia es en que, a la hora de cocinar granos de arroz partidos, se libera más fácilmente el almidón, con lo cual es más probable que se pegue y que se haga una pasta en vez de mantenerse suelto como mandan los cánones gastronómicos.
Una agricultora. | J.F.F.
Posiblemente, en muchos países que sufren grandes problemas alimentarios se vería con muy buenos ojos poder consumirlo, y probablemente será el único que alcancen a consumir por una cuestión de precio. En Europa y los países donde se pueden permitir el lujo de tener mascotas y una alimentación variada y de alta calidad, este arroz partido se destina normalmente a la comida del perro porque es más barato.
La cuestión es que ese arroz, de evidente peor calidad, tiene un precio muy inferior y por tanto los que están dando el 'cambiazo' en el producto lo hacen por un motivo económico. Y, como no advierten de la disminución de calidad, pues es un fraude económico y un engaño al consumidor.
Los arroceros, indignados
Mientras se encuentran estos arroces defectuosos confundidos con otros prestigiosos, los agricultores tienen arroz de buena calidad almacenado
La invasión de estos arroces de mala calidad no significa que sea necesaria su importación porque el mercado español esté desabastecido. Todo lo contrario. Mientras se encuentran estos arroces defectuosos confundidos con otros prestigiosos, los agricultores tienen arroz de buena calidad almacenado en sus cooperativas sin encontrar salida al mercado porque los grandes compradores juegan a romper los nervios de los productores para poder comprar a la baja y algunos prefieren abastecerse en los mercados lejanos y baratos.
Desde varias cooperativas arroceras se denuncia esta práctica cada vez más frecuente y que los arroces que se venden con un alto índice de granos partidos sólo puede proceder de terceros países, posiblemente de Corea o Vietnam, ya que aquí la calidad de las zonas productoras, tanto Andalucía como Comunidad Valenciana, Extremadura o Delta del Ebro, es bastante superior. Además, el porcentaje de granos partidos que se detecta en estos arroces baratos (algunos también lo ofrecen al precio habitual) llega incluso a superar el 50% o está prácticamente todo roto, como si procediera de cosechas malogradas.
"Estos arroces no tienen nada que ver con la calidad del arroz de la zona. El problema es que mientras se compran estos arroces nosotros tenemos llenos los almacenes sin encontrar salida a nuestra producción, y eso que estamos a dos semanas de sembrar la próxima cosecha", explica Antonio Lllopis, secretario de la cooperativa Arrozúa de la localidad sevillana de Isla Mayor.
Arrozal en Corea. | E.M.
Estas importaciones de arroces de mala calidad provocan también que las ofertas a los cultivadores nacionales se queden en 54 céntimos el kilo, pese a que el producto de buena calidad no consiga ser comprado a 60 céntimos, el precio correspondiente a las categorías habituales. Así las cosas, en estos momentos Arrozúa, una cooperativa arrocera que recoge la producción buena parte de la producción de la marisma del entorno de Doñana, se encuentra con 40 millones de kilos en sus almacenes sin encontrar todavía comprador.
"Al final, somos nosotros los que tenemos que adaptarnos a los que traen y comercializan estos arroces, porque nos dicen que el consumidor sólo quiere precio bajo y le da igual la calidad, sobre todo en tiempo de crisis", continua Llopis.
También señalan desde la cooperativa arrocera que estas denuncias no encuentran ninguna respuesta por parte del Gobierno, ya que, "que sepamos, ni antes ni ahora se está haciendo nada para inspeccionar la calidad de lo que se vende". Y ya se sabe que el productor es el eslabón más débil en la cadena de valor agroalimentaria porque le repercuten todos los costes de producción.
Ayudas alimentarias
Las importaciones de arroces de mala calidad muy barato impiden que el arroz bueno nacional alcance su precio normal, 60 céntimos
El fenómeno de las importaciones de arroz de terceros países podría afectar hasta a los envíos de ayuda alimentaria comunitaria, una iniciativa solidaria que organiza la Comisión Europea desde hace bastante tiempo. En los últimos años, muchas firmas españolas quieren participar en las licitaciones de ayuda alimentaria, para lo que deben presentar una buena oferta en cantidad, calidad y precio. Esos contratos suponen una buena salida para parte de la producción.
Sin embargo, algunas firmas se quejan de que les resulta complicado entrar en estos concursos y se sorprenden de algunas adjudicaciones a unas ofertas con precios tan bajos que resulta muy difícil creer que correspondan a arroces de buenas calidades y que la oferta pueda suponer alguna rentabilidad para el agricultor europeo.
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