Las relaciones entre Irlanda y la Santa Sede ya estaban dañadas por casos de curas católicos que abusaron de menores en el país británico.
La decisión de Irlanda de cerrar su embajada ante la Santa Sede constituye un revés simbólico y doloroso para la Iglesia católica, que pierde así a uno de sus bastiones tras los escándalos por la paidofilia de sus curas. El jueves en la noche, Irlanda anunció oficialmente el cierre de su embajada ante el Vaticano, inaugurada en 1929, año del nacimiento del Estado pontificio.
Según las autoridades irlandesas la decisión fue tomada por razones económicas, para reducir gastos debido a la crisis financiera que azota a toda Europa.
"Si bien la embajada ante el Vaticano es una de las más antiguas, no produce nada a nivel de inversión", aseguró el ministerio irlandés de Relaciones Exteriores.
"La Santa Sede toma acto de la decisión de Irlanda de cerrar su embajada en Roma ante la Santa Sede. Naturalmente, cualquier Estado que tenga relaciones diplomáticas con la Santa Sede es libre de decidir, sobre la base de sus posibilidades e intereses, si desea contar con un embajador ante la Santa Sede, residente en Roma, o en otro país", reaccionó el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi.
"Lo que importa son las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y los Estados, y éstas no están en discusión por cuanto respecta a Irlanda", subrayó.
Pese al tono respetuoso, es evidente que en la decisión pesó el grave escándalo que estalló a finales de 2009 por las graves denuncias de paidofilia contra varios sacerdotes irlandeses.
Benedicto XVI anunció pocos meses después la reestructuración de la Iglesia irlandesa tras los escándalos que provocaron la primera carta pública de disculpas de un pontífice. En esa misma carta, dirigida a los católicos irlandeses, el Papa anunció el envío de "cuatro visitadores apostólicos".
Las denuncias contra sacerdotes paidófilos fueron por décadas ocultadas por la jerarquía de la Iglesia de Irlanda, hasta que dos informes oficiales confirmaron numerosos abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra niños.
Las relaciones entre el Vaticano e Irlanda se deterioraron más en julio pasado después de que el primer ministro, Enda Kenny, acusara a la Santa Sede de "poner trabas" a las investigaciones oficiales sobre los abusos sexuales cometidos entre 1996 y 2006 por 19 sacerdotes contra unos 40 menores de edad en la diócesis rural de Cloyne.
"La decisión de Irlanda demuestra que no tiene en consideración el importante papel que cumple la Santa Sede en las relaciones internacionales ni reconoce los lazos históricos, de siglos, entre el pueblo irlandés y la jerarquía de la Iglesia", comentó el cardenal Sean Brady, primado de Irlanda.
Para el vaticanista Sandro Magister, se trata de un gesto "fuertemente simbólico ya que el nuevo gobierno de Irlanda clasifica al Vaticano entre los cargos menos importantes para las relaciones internacionales".
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