El Vaticano
Los relojes de Roma miden sin duda otros tiempos. Que no son los habituales en esta sociedad que nos ha tocado vivir. Allí los días tienen cientos de horas y las horas miles de minutos. No es de extrañar que la llamen la Ciudad Eterna. Porque en ella todo se eterniza. No es normal que para encontrar un obispo para Orense –que no estamos diciendo Nueva York, París o Madrid– lleven ya casi año y medio y todavía no lo hayan encontrado. No es de recibo que haciendo más de cinco años desde que se hizo pública la asquerosa vida de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, todo su estado mayor siga al frente de la institución sin que el Comisario Pontificio nombrado para salvar lo salvable, que creo que es mucho, del instituto continúe en el más dolce far niente. Con lo que pone en grave riesgo los restos del naufragio que deberían haber sido salvados de una vez hace ya mucho tiempo.
Tampoco se entiende que la anunciada tolerancia cero ante el escándalo de la pederastia eclesial sea casi un cero de actuación y un muchísimo de tolerancia. Casos como el del repugnante obispo de Brujas, Vangheluwe, y el de su encubridor, el cardenal de Bruselas, Danneels, no pueden saldarse con la simple aceptación de la renuncia presentada por el obispo. Eso no es tolerancia cero sino manifiesta protección corporativa. Sólo faltaba que el abusador de dos sobrinos, a quien el cardenal intentó salvar, siguiera de obispo brugense. Tal vez civilmente su delito haya prescrito, pero Roma está obligada a mucho más que a relevarle de su cargo.
Y algo parecido se nos anuncia respecto a la Iglesia de Irlanda, que en este turbísimo asunto ha quedado tremendamente manchada. Cierto que el Papa se lamentó del escandaloso ejemplo de aquella Iglesia, que a cuatro obispo les ha costado el cargo, pero tampoco se ven actuaciones decididas contra los abusadores de niños. Leo que la Santa Sede ha concluido la visita apostólica decretada por el Papa y poco más. “Roma dará “instrucciones precisas” para frenar de raíz los casos de abusos sexuales”. Pues no sabemos a qué espera para darlas. Y menos que haya que esperar todavía “unos meses” para encontrarnos con esas instrucciones que “frenen de raíz cualquier atisbo de abusos”. Porque ese freno debería estar echado ya. E incluso hace bastante tiempo.
Parece que las diócesis están ya suficientemente investigadas pero no así los religiosos que “necesitan de nuevas investigaciones”. Pues tampoco sabemos a qué esperan. Ni tampoco que tengan que tomarse todavía unos meses para que los dicasterios vaticanos den las instrucciones necesarias a los obispos para la “renovación espiritual de las diócesis y seminarios”. La renovación, ante tanta basura, debería haberse activado hace ya mucho. Sin esperar más meses de vergüenza eclesial.
1 comentario:
Se observa una cierta debilidad del Papa con las conferencias episcopales.
La posición de la curia se mueve así: ¿Sacamos la porquería fuera de nuestro entorno o la digerimos desde dentro?. El digerirla implica el mas de lo mismo y el echarla afuera; es decir: el denunciar a pederastas y encubridores apartándolos a ambos de cualquier ministerio, entregándolos a la justicia,indemnizando a las víctimas, recuperando psicológicamente a las victimas; parece el camino correcto.
¿Que harán? ¿se la comerán o se desprenderán de ella?
En el punto medio lo mismo encuentran la virtud, hacemos como que limpiamos pero la engullimos. Si, de estos absurdos clérigos no resulta difícil adivinarlo.
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