Desde 2001, demandas presentadas en Estados Unidos —donde la Iglesia ha pagado más de 2 mil millones de dólares en compensaciones — e Irlanda, los dos países más afectados, colocaron el tema de la pederastia en las primeras planas de los diarios
La Iglesia católica fue protagonista de uno de los grandes escándalos del año que termina: el de los abusos sexuales cometidos por religiosos, por los que el propio papa Benedicto XVI se vio obligado a pedir perdón, y que han hundido al Vaticano en una de las peores crisis de su historia.
Desde 2001, demandas presentadas en Estados Unidos —donde la Iglesia ha pagado más de 2 mil millones de dólares en compensaciones — e Irlanda, los dos países más afectados, colocaron el tema de la pederastia en las primeras planas de los diarios.
Pero este año se revelaron cientos de casos, desde Canadá hasta Australia y Nueva Zelanda, pasando por Francia, Alemania, Holanda y Bélgica, donde en junio pasado, la policía irrumpió en la sede de la Iglesia católica, en Bruselas para confiscar una computadora y diversos archivos relacionados con presuntos casos de niños sometidos a abusos por parte de sacerdotes.
Los belgas estaban en shock desde abril, cuando el obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, admitió haber molestado al menos a un niño, y renunció. Un mes antes, el escándalo tocó a las puertas del Vaticano, cuando se reveló el inicio de una investigación sobre el hermano del Pontífice, Georg Ratzinger, quien admitió haber abofeteado a niños cuando dirigía el coro Regensburger Domspatzen (Gorriones de la Catedral de Ratisbona).
En noviembre de este año, en Austria, un grupo independiente difundió un informe que documentaba abusos físicos, sicológicos y sexuales perpetrados por sacerdotes, monjas y otros religiosos austríacos.
Hasta ahora, Benedicto XVI no se ha visto involucrado directamente en el escándalo. De hecho, la prensa lo reconoce por ser el Papa que ha asumido la actitud más dura. Ha sido él el encargado del “control de daños”. En marzo, reconoció el “tremendo sufrimiento” de las víctimas de los abusos en Irlanda, “traicionadas en su confianza y dignidad” y ordenó una auditoría en diversas diócesis irlandesas.
Pero cuando esas disculpas fueron consideradas insuficientes, el jerarca fue más allá. Se reunió con víctimas de pederastia y, en septiembre pasado, durante un viaje a Londres que derivó en las mayores protestas en su contra en la historia de sus visitas al extranjero, Benedicto expresó su “profunda pena” por el “inmenso sufrimiento” de las víctimas de lo que llamó “crímenes inenarrables”.
La crisis causada por los curas pederastas llevó este año a la Iglesia a aprobar, en mayo, nuevas y más estrictas medidas contra los llamados delicta graviora, o delitos graves cometidos por sacerdotes.
La reforma incluye procesos más breves y eficaces contra los clérigos que abusan de menores, además de permitir iniciativas extrajudiciales para expulsar del sacerdocio a aquellos cuya culpabilidad sea evidente y pública; convierte en “delito grave” la posesión de pornografía infantil y llama a obedecer las leyes estatales si éstas obligan a denunciar penalmente a los agresores. A finales de este año, Benedicto XVI volvió a crear polémica al convertirse en el primer Papa en justificar el uso del condón, aunque sea sólo en el caso de las prostitutas y para evitar más contagios de VIH-sida.
Un premier en aprietos
Otro que de nueva cuenta ha estado en el ojo del huracán ha sido el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, quien cierra este año con una victoria, la de mantenerse como primer ministro pese a sus escándalos con mujeres y pese a las mociones de censura presentadas en su contra por la oposición. No sólo eso.
Pese a las protestas de los estudiantes, logró sacar adelante su reforma a las leyes universitarias.
Il Cavaliere se vio implicado en octubre en una investigación de la fiscalía de Milán por haber “ayudado” a una joven marroquí de 17 años, identificada como Ruby, y a quien el premier italiano habría hecho pasar como sobrina del presidente egipcio Hosni Mubarak a fin de que la policía la liberara. La joven aseguró haber visitado al menos en tres ocasiones la villa del premier italiano en Milán, pero negó haberse involucrado sexualmente con él. Berlusconi se limitó a responder que no se ocupa de la “basura mediática” y, en todo caso, dijo, “mejor que me gusten las mujeres guapas que los gays”.
Obama tarda en reaccionar
El presidente estadounidense Barack Obama tampoco fue ajeno a los escándalos. Tras el peor derrame petrolero en la historia de Estados Unidos, el ocasionado por la explosión, el 20 de abril, de la plataforma Deepwater Horizon, de la británica BP, en el golfo de México, el mandatario fue severamente criticado por lo que se llamó su “lenta reacción”.
Ni sus múltiples visitas a las playas afectadas en Florida, ni su baño en una playa del estado para demostrar que las aguas estaban limpias lograron convencer a la gente.
Menos, cuando luego se sabría que, en realidad, la foto del mandatario y su hija Sasha nadando fue tomada en una playa privada, fuera de Cocodrilo Point, en la bahía de San Andrés, al noroeste de la Florida, y que no está ubicada, técnicamente, en el golfo
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