El pasado 28 de noviembre el obispo de Alcalá de Henares, Monseñor Reig, ofició una misa en la capilla del cementerio de los Mártires de Paracuellos. Unas semanas antes, el 7 de noviembre, acudí a la misa aniversario de los mártires, de los que 106 están ya beatificados por la Iglesia. La causa de otros muchos entre los que se encuentra mi padre, Ricardo de la Cierva Codorníu, sigue su camino hacia el pleno reconocimiento de la Iglesia Católica.
Asistí a este último aniversario, pero una inoportuna dolencia me impidió sumarme a la misa que algunas semanas después celebró el obispo. Me contaron que en sus palabras durante la homilía recordó que este cementerio en Paracuellos es una inmensa catedral que recuerda para siempre las lecciones de su martirio. En estas mismas semanas, se ha recrudecido lo que el Papa Benedicto XVI acaba de denunciar como “el laicismo agresivo” del anticlericarismo actual en España, tomando la expresión de las alocuciones dirigidas a toda la Iglesia durante la II República española por los obispos de España entre 1931 y 1939. Esa República que muchos ignorantes siguen definiendo como democrática, expresión que en este caso no es más que un chiste malo de la Historia.
Aquella falsa república democrática fue responsable de las matanzas de Paracuellos que empezaron en noviembre de 1936, que se han calificado como genocidio y que representan la mayor concentración martirial en toda la historia de la Iglesia católica, incluyendo las persecuciones romanas, las matanzas de católicos en el Norte de África durante la invasión musulmana después de Mahona y los genocidios que tuvieron lugar durante la Revolución Francesa y otras hecatombes históricas. Por eso el obispo de Alcalá tenía toda la razón cuando se refirió a esta gran catedral de los mártires.
La desviada y antihistórica mentira que se llama entre nosotros, no sé porqué, Memoria Histórica, no se refiere jamás a los mártires de Paracuellos que según consta en los archivos de la Hermandad, en ese glorioso cementerio hay enterradas unas ocho mil víctimas de la Guerra Civil. De entre ellas, unas cinco mil personas fueron asesinadas en las fosas que se abrieron para ellos allí mismo. Tres mil más hasta un total de ocho mil, fueron asesinadas en otros puntos de la provincia de Madrid, donde el número de víctimas establecido por dos grandes historiadores españoles: los generales Rafael Casas de la Vega (recientemente fallecido) y Ramón Salas Larrazábal, asciende a algo más de quince mil.
Es impresionante el número de sacerdotes y religiosos, muchos de ellos ya beatificados, junto a numerosísimas monjas, mujeres y más de un centenar de niños allí fusilados por el único crimen de estudiar en colegios católicos.
La diferencia de método entre ese gran engaño de la memoria histórica y los generales citados es que hoy podemos citar con nombre y apellidos a los ocho mil mártires de Paracuellos.
Confieso que me ha impresionado la consideración del obispo de Alcalá sobre esa gran catedral a cielo abierto que hoy conserva los sagrados restos de nuestros ocho mil mártires.La gran mayoría de ellos, incluso los no sacerdotes y religiosos, fueron sacrificados en odio a la fe.
Eso es lo que jamás reconocerá esa absurda Memoria Histórica unilateral y sectaria.
Fuente: Ricardo de la Cierva
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