32 Tú eres para ellos como una canción de amor, graciosamente cantada, con acompañamiento de buena música. Escuchan tus palabras, pero no hay quien las cumpla. (Ezequiel 33:32)
25 Guardaos de rechazar al que os habla (Hebreos 12:25)
Un misionero cuenta lo que ocurrió cuando fue hospedado en una aldea selvática en el Congo. Esa noche permaneció mucho tiempo despierto a causa de unos fuertes ladridos. Trató de hacer callar a los inoportunos perros, pero fue en vano. Por la mañana, al preguntar el porqué de aquellos ladridos, se enteró de que unos leones habían querido entrar en la aldea. Alrededor de la cabaña donde él había dormido había huellas de ellos.
Algún tiempo después, al contar ese incidente, el misionero agregó: –Los perros hicieron lo que pudieron para advertirnos del peligro, y yo, como un insensato, traté de hacerlos callar. Asimismo, aquellos que nos reprochan hablarles del infierno, quizás algún día nos agradezcan por nuestra importunidad. Sigamos, pues, advirtiendo.
La Escritura no es, en primer lugar, un mensaje de amenazas, sino la buena nueva de la paz y de la vida que Dios ofrece a aquellos que acuden a él con confianza, reconociendo sus faltas. Pero si rehusamos este ofrecimiento gratuito, conoceremos la desdicha y el pesar eternos. Lo importante es creer lo que Dios dice en su Palabra y aceptar la buena nueva de paz que Jesucristo nos anuncia. Reconozcamos nuestro estado de perdición moral ante Dios y recibamos a Jesús como aquel que nos buscó y nos salvó, porque nos amaba. Entonces nuestra vida irá bien encauzada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario