Sentimientos de Jesús, la "gloria" del Padre, sus planes de amor.
Así ama Dios: 16 Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. (Jn 3,16);
Hemos conocido el amor que Dios nos tiene: (1Jn 4,16) Y nosotros hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es Amor: y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
Él nos ha amado primero: Nosotros amamos, porque él nos amó primero (1Jn 4, 19).
El Padre os ama: pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios (Jn 16, 27).
Filipenses I. El misterio de la salvación y de la Iglesia
El plan divino de la salvación.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; 4 por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; 5 eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado.
7 En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia 8 que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, 10 para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra.
11 A él, por quien somos herederos, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, 12 para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo.
13 En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación,
y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es prenda de nuestra herencia, para la redención del pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria.
Triunfo y supremacía de Cristo.
15 Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente; 18 iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos, 19 y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa, 20 que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, 21 por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero. 22 Sometió todo bajo sus pies y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia, 23 que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena todo en todo.
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