SIMÓN EL FARISEO
36Un fariseo llamado Simón invitó a Jesús a comer en su casa. Jesús aceptó y se sentó a la mesa.[l] 37Una mujer de mala fama,[m] que vivía en aquel pueblo, supo que Jesús estaba comiendo en casa de Simón. Tomó entonces un frasco de perfume muy fino, y fue a ver a Jesús. 38La mujer entró y se arrodilló detrás[n] de Jesús, y tanto lloraba que sus lágrimas caían sobre los pies de Jesús. Después le secó los pies con sus propios cabellos, se los besó y les puso el perfume que llevaba. 39Al ver esto, Simón pensó: «Si de veras este hombre fuera profeta, sabría que lo está tocando una mujer de mala fama.» 40Jesús dijo:
—Simón, tengo algo que decirte.
—Te escucho, Maestro —dijo él.
41Jesús le puso este ejemplo:
—Dos hombres le debían dinero a alguien. Uno de ellos le debía quinientas monedas de plata, y el otro sólo cincuenta. 42Como ninguno de los dos tenía con qué pagar, ese hombre les perdonó a los dos la deuda. ¿Qué opinas tú? ¿Cuál de los dos estará más agradecido con ese hombre?
43Simón contestó:
—El que le debía más.
—¡Muy bien! —dijo Jesús.
44Luego Jesús miró a la mujer y le dijo a Simón:
—¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, tú no me diste agua para lavarme los pies. Ella, en cambio, me los ha lavado con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. 45Tú no me saludaste con un beso. Ella, en cambio, desde que llegué a tu casa no ha dejado de besarme los pies. 46Tú no me pusiste aceite sobre la cabeza. Ella, en cambio, me ha perfumado los pies. 47Me ama mucho porque sabe que sus muchos pecados ya están perdonados. En cambio, al que se le perdonan pocos pecados, ama poco.
48Después Jesús le dijo a la mujer: «Tus pecados están perdonados.» 49Los otros invitados comenzaron a preguntarse: «¿Cómo se atreve éste a perdonar pecados?» 50Pero Jesús le dijo a la mujer: «Tú confías en mí, y por eso te has salvado. Vete tranquila.»
stagduran
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