Las cicatrices de los abusos sexuales
María prefiere conservar su anonimato pero, a pesar de ello, se atreve a contar que cuando era una adolescente sufrió abusos sexuales por un conocido de su entorno. "Lo pasé muy mal", confiesa. Pero hoy, años más tarde, ya no tiene miedo. Rehízo su vida después de algunos vaivenes de trastornos alimenticios y de tener que soportar algunas secuelas de las que poco a poco se fue deshaciendo. Aunque todavía queda aquel recuerdo sucio en su memoria.
Dicen que no hay peores secuelas que las que deja tras de sí una guerra, que éstas son indestructibles y, a veces, incluso inmortales, pero las de un abuso sexual pueden ser, y son en ocasiones, equiparables a éstas. Así lo recogió Judith Herman, profesora en el Harvard Medical School, en un estudio -publicado en 'Trauma y recuperación'- que comparaba las secuelas de personas que habían recibido abusos sexuales con las de soldados de la guerra de Vietnam.
"Tienen que volver a reconstruir su autoestima, su confianza en sí mismos, y vencer los sentimientos de culpa y vergüenza", añade Pilar Polo, psicóloga de la Infancia Fundació Vicky Bernadet contra el abuso sexual infantil en Barcelona. "Muchos se preguntarán cuando alguien denuncia un caso de abusos años más tarde: ¿Y por qué lo cuenta ahora, qué consigue con ello? Pues consigue paz interior. Ahora son capaces de gritarles al mundo que han sido víctimas", explica.
La mayoría, en el entorno familiar
En los últimos 10 años, comenta esta especialista, han pasado por la Fundación catalana más de 6.000 casos de abusos sexuales en la infancia. "Y todavía, hay testimonios que continúan callados", confiesa.
Por ello, uno de los aspectos que los expertos quieren dejar claro es que los abusos sexuales existen, "que no hay que darles la espalda", comenta Carmen Escudero, presidenta de la Asociación para el Tratamiento del Abuso y el Maltrato en la Infancia (GARAITZA), en Bilbao. "El 90% de los casos ocurre en el entorno familiar", mantiene. Y además, no sólo suceden en familias desestructuradas o de clase con un nivel socioeconómico bajo, como se tiende a estereotipar, sino que pasa en todo tipo de familias y clases sociales.
Otro aspecto más a tener en cuenta, añade Polo, es que "los abusos no sólo ocurren por parte de un mayor, sino también entre iguales y estos son igual de graves que aquellos. No son cosas de niños". Un niño que abusa de otro, explica, es porque, entre otras cosas, puede haber sido agredido también, haber visto contenidos de violencia sexual en la televisión o bien porque simplemente esté probando cosas.
Consecuencias y prevención
Cuando se ha sufrido un abuso sexual en la infancia, expone Escudero, el comportamiento futuro de esa persona en cuanto al sexo puede derivar en dos posturas muy diferentes: una de total rechazo al sexo y otra de promiscuidad (hay quienes harán girar su vida en torno al sexo, cayendo incluso en conductas de riesgo) porque se "confunde amor con sexo".
Estas alteraciones de la sexualidad pueden trabajarse y solucionarse con psicoterpia, pero el problema es que si se acude de adulto, el cambio cuesta más, "mientras que si se trata al afectado en los primeros años posteriores al abuso las secuelas suelen ser mínimas o nulas", explica Margarita García Marqués, psicóloga de Asociación para la Sanación y Prevención de Abusos Sexuales en la Infancia (ASPASI) en Madrid.
Por otro lado, "si se trabaja con la prevención, se reducirían los abusos a menores en un 50%", confirma. Es muy importante observar, estar pendiente de si el niño tiene comportamientos que no son los habituales en él. La mayoría de los niños, según explica esta especialista, lo ocultan y sólo muestran pequeños signos que hay que aprender a descifrar.
Algunos de estos síntomas que se relacionan con haber recibido un abuso son: que el niño empiece a hablar de cosas sexuales (algo que no es propio de esa edad), que muestre agresividad, intranquilidad, o que esté apagado o mustio.
El niño que está padeciendo un abuso sexual tiene un contacto temprano con el sexo a una edad que no corresponde, por lo que "la prevención y detección temprana es muy importante para su futuro -desde ASPASI se realizan charlas a padres y profesores para enseñarles a detectar esto-", señala esta psicóloga.
En cuanto a las secuelas que puede tener el abuso en los adultos, se dan varias situaciones posibles. Aquellos con secuelas mínimas porque su entorno les creyó cuando lo contaron, duró poco, y tuvieron apoyo. Segundo, los que tienen secuelas graves como enfermedades mentales, que no siempre se dan. Y por último, un tercer grupo formado por aquellas personas que tienen un malestar suficiente para que su calidad de vida no sea buena, como ansiedad, fobias, dificultades para relacionarse, etc. Otras consecuencias pueden ser: trastornos alimentarios, consumo de alcohol, drogas u otras adicciones, autoagresiones, etc. Pero, "cada caso es diferente", insiste.
Delitos que prescriben
En la década de los 80, acudir a denunciar un delito de abusos sexuales era como caer en saco roto. Hoy en día, al contrario de lo que podemos pensar, las cosas no han cambiado tanto porque los delitos prescriben. Así, lo asegura Escudero: "El abuso sexual como delito tiene un tiempo de prescripción, por lo tanto, muchas veces cuando quieres ir a denunciarlo, ya no puedes". Cuando una persona ha superado ese momento de amnesia y puede recordar lo sucedido y enfrentarse por fin a declarar este abuso, puede que ya haya prescrito. "Las leyes deben y tienen que cambiar en este sentido, es fundamental estar resguardados bajo este tipo de agresiones", mantienen los expertos.
Pero de esto se sale. Ese es el mensaje que los especialistas quieren gritarle a la sociedad. Porque, insisten, la víctima siempre es víctima y no está sola: "puedes volver a recuperar tu vida en todos los sentidos", concluyen los expertos.
stagduran
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