En el campo español soplan vientos de 'far west'
Una pregunta se hacen estos días los vecinos de algunos pueblos de Ourense cercanos a la frontera con Portugal: ¿quiénes se comerán los 15.000 kilos de carne que saldrán de los casi 100 terneros que ha robado una banda de cuatreros? Se los llevaban de 13 en 13 hasta que hace unos días se superaron: 53 de un golpe. El campo español tiene un aire a far west de un tiempo a esta parte, con sus patrullas armadas, sus vigilantes con pistola y cuatreros que nadie conoce.
En el mejor de los supuestos, cada hora se producen tres asaltos en el campo español. Probablemente, en localidades del sur y el este de España. Y, si hubiera que afinar más, serían Almería y Valencia las provincias más afectadas. Se trata de una violencia discreta y sorda (de baja intensidad, añaden los técnicos en su argot) porque el mundo rural no tiene el altavoz de las grandes poblaciones. Es una plaga que dura cuatro años. Lo más peligroso, sin embargo, es que lo sustraído entra en la cadena de consumo, bien a través de mercados de segunda mano, de venta ambulante o del circuito convencional.
En los alrededores de Limia (Ourense), la gente del campo espera tener pronto una respuesta. Los ganaderos confían en las autoridades, creen que la detención de esa banda de cuatreros está al caer. Primero empezaron robando los terneros de 13 en 13, pero en el último golpe se llevaron 53. "Trajeron camión y dos furgonetas", dice el paisano, "que desde enero hasta aquí ya van cinco atracos, la mayoría, sí, en cebaderos del grupo Coren. Roban los terneros cuando están de nueve meses, tienen información, tienen un contacto, tiene que ser fácil de descubrir".
El paisano hace los mismos cálculos que los ganaderos: "Cada ternero son 400 kilos en vivo. Eso son canales de 200 kilos después de pasar por el matadero. Oiga, igual son 10.000 kilos de carne o 15.000 si contamos los ocho intentos en cuatro meses. Hacen falta veterinarios, mataderos, para meter eso en el mercado… creo que va a ser fácil descubrirlos". Pero los cuatreros de Ourense no han sido atrapados. Se sospecha que pasan a Portugal. Pero no hay noticia de ellos. Solo cuando golpean.
De la patrulla al vigilante privado
Los agricultores han pasado de la rabia a la resignación. Y han llegado a una conclusión que no es nueva: si quieres seguridad, hay que pagarla. Es así como muchas organizaciones reconocen que la época de las patrullas vecinales ha pasado. Además de un riesgo, suponía un desgaste. "No podemos estar trabajando por el día y patrullando por la noche", concluye un agricultor. Las últimas campañas (la de la naranja, sin ir más lejos) han presentado una novedad: la contratación de vigilantes. "Se contratan a través de cooperativas o en coodinación con cotos de caza", explica Alejandro García (COAG), "Al menos sirve para que [los ladrones] sepan que hay alguien vigilando".
Porque dos de las características de los delincuentes es la movilidad y la información: se mueven según precios y campañas. Lo explica Rafael Cervera, de UPA: "Nos está pasando con los limones. Era un producto poco atractivo hasta este año: la campaña ha sido buena y las heladas de Turquía nos han beneficiado. Pues bien, estamos sufriendo atracos como nunca".
Pero la queja unánime tiene que ver con el despliegue de la Guardia Civil. O, mejor dicho, con la retirada efectuada hace años y el perfil de los agentes: "No conocen el terreno, no tienen información de los vecinos como antes". Un portavoz del sindicato mayoritario de este cuerpo (AUGC) está de acuerdo: "Hay menos efectivos por una excesiva burocratización del cuerpo. Hay más gente en oficinas que patrullando". Las organizaciones agrarias reconocen el esfuerzo policial, pero dudan de su eficacia: "Dijeron que usarían mapas digitales de cultivos, pero no he visto ninguno", dice Vicente Carrión, de Valencia. " Y ahora, como hay más agentes", señala un paisano, "la consecuencia es que terminan poniéndonos más multas a nosotros".
La crisis ha sido y sigue siendo la tapadera, la excusa, de este fenómeno que suscita cada poco tiempo una reunión entre organizaciones profesionales y autoridades locales (hace unos días, con la delegada del Gobierno en Madrid). Porque no se trata de robos improvisados. El fenómeno tiene mucho que ver con el estado de indefensión en el que ha quedado el sector agrícola y ganadero, según las organizaciones. Una buena parte de los robos son planificados, requieren información y organización. Es un delito que se mueve al calor de las cosechas y de los precios de mercado. Y cada vez son más los agricultores y ganaderos que sospechan de que parte de los culpables se encuentran entre ellos. Por esa razón, los portavoces de la Guardia Civil consultados son muy prudentes a la hora de establecer el perfil de los delincuentes: hay presencia de nacionales de países del Este, pero también de españoles. Todo hace indicar que cooperan. En el campo se roba todo: cobre, hierro, maquinaria, aperos, sistemas de riego, placas solares y también terneros, corderos, cerdos, alimentos ya elaborados, además de los productos del campo. Y no en pequeñas cantidades: "No estamos hablando de unos kilos de hortalizas que el ladrón vende en la carretera, estamos hablando de 2.000 kilos que van a entrar en la línea de consumo", dice Rafael Cervera, de Unión de Pequeños Agricultores (UPA).
"Hace nueve años hablábamos de este tema, pero ha cambiado la forma, la tipología", sostiene Andrés Góngora, de la COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) en Almería. "Antes era mucho el cobre, ahora te roban las campañas. Así ha sido con la campaña de primavera, con la fruta, ahora el melón y la sandía. Si te roban 2.000 kilos sabes que lo van a colocar en el mercado; cuando son 300 kilos sabes que lo harán en la carretera o en un mercadillo. Ahora roban colmenas para polinización. Pero el producto estrella es la maquinaria. Hay que controlar el puerto, las chatarrerías. Es un fenómeno curioso, hacen un catálogo de productos susceptibles de ser robados, toman nota y hacen fotos del equipamiento, desbrozadoras, ordenadores para riego, hasta que consiguen comprador. Ojo con el material de segunda mano".
Las estadísticas oficiales señalaban 15.434 "sustracciones en explotaciones agrícolas y ganaderas" durante el 2010, cifra que subió hasta los 20.481 durante el 2011, lo que significaba un incremento del 32%. ¿Qué habrá pasado en 2012? ¿Y durante 2013? No hay datos comparables, porque la llegada de un nuevo Gobierno ha significado un cambio metodológico. Fuentes de Interior aseguran que las cifras de 2012 son similares a 2011, aunque hubo un repunte en el último cuatrimestre. ¿A qué se llama repunte cuando no hay datos? La percepción es muy diferente entre las organizaciones profesionales (UPA, COAG, Asaja) y sus responsables en varias regiones de España. El sector insiste en que el problema sigue creciendo.
El 27 de abril de 2011, el entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y la ministra de Agricultura, Rosa Aguilar, presentaron un plan de actuación. En resumidas cuentas, Interior aumentaba en 1.170 los efectivos de la Guardia Civil que vigilarían el terreno. Y se elaborarían mapas de cultivos para reforzar dicha vigilancia. Dos años después, el Gobierno del PP no solo mantiene en vigor este plan, sino que ha realizado algunas modificaciones como la incorporación de dos escuadrones de agentes a caballo (16 jinetes) en la zona de Levante. Por eso, no se entiende muy bien que ahora el PSOE pida un plan y la comparecencia del ministro Fernández Díaz, salvo que admita que ambos Gobiernos han fracasado: aunque el PSOE puso la infantería y el PP llamó a la caballería, nadie ha logrado parar a los cuatreros.
stagduran
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