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sábado, 16 de marzo de 2013

Kinchi. [feedly]


 
 
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Kinchi.
Lo mismo que con el chucrut se fermentaban coles, en el kinchi se fermentan todo tipo de vegetales.
Este concretamente, el de la foto, se compone de lombarda, pimiento rojo y remolacha, los tres elementos de color rojo.
http://cabodpalos.blogspot.com STagduran Antonio Garrido Duran



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Papa Francisco: Francisco, contra el encubridor de pederastas | elmundo.es


Francisco, contra el encubridor de pederastas

El cardenal Law (dcha.), junto al que fuera papable Scola, estos días en la Basílica de San Pedro. | Afp
Los miles y miles de abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes que han salido a la luz en los últimos años representan sin duda alguna el más grave problema que encara la Iglesia Católica. Pues bien: en las primeras horas de su Pontificado, el Papa Francisco está haciendo gala de una actitud completamente nueva a la hora de afrontar la pederastia.
La demostración tuvo lugar ayer, en la visita que a primera hora de la mañana el nuevo Papa realizó a la Basílica de Santa María la Mayor en Roma. En esa Basílica tiene su residencia un cardenal estadounidense de 82 años llamado Bernard Law, acusado de haber encubierto a unos 250 curas pederastas entre 1984 y 2002, el periodo en que fue arzobispo de la diócesis de Boston. Según SNAP, una organización de víctimas sexuales de sacerdotes, el cardenal Law no hizo nada para evitar más de 5.000 casos de abusos.
Law estaba a punto de recibir la citación judicial para responder ante los tribunales estadounidenses de sus actos cuando en diciembre de 2002, poco después de verse obligado a dimitir como arzobispo de Boston en medio del escándalo, abandonó Estados Unidos y se trasladó a Roma. Un movimiento que muchos consideraron como una jugada del Vaticano para protegerle de los jueces estadounidenses y evitar de ese modo que tuviera que sentarse en el banquillo de los acusados de su país a rendir cuentas de sus actos.
En 2004, el Papa Juan Pablo II nombró al cardenal Law arcipreste de la Basílica de Santa María la Mayor. Ha desempeñado ese cargo hasta noviembre de 2011, cuando fue sustituido por el cardenal español Santos Abril y Castelló. Pero Law continúa viviendo en la Basílica de Santa María la Mayor. Y ayer por la mañana, cuando el Papa Francisco acudió a las 8.00 horas a ese templo para rezar ante una imagen de la Virgen, se dio de bruces con él.
"El cardenal Law había sido informado de la llegada del Papa y quiso estar presente en ese momento", indicaba ayer Federico Lombardi, el portavoz vaticano.
Pero al ver al cardenal Law, a Francisco se le desencajó la cara y se alejó inmediatamente de él. "No quiero que siga frecuentando esta Basílica", aseguró, según la reconstrucción de los sucedido que hoy publica el diario italiano 'Il Fatto Quotidiano'.
El periódico sostiene que Francisco podría estar decidido a obligar al cardenal Law a entrar en un convento de clausura y a cumplir con el retiro espiritual que se anunció que llevaría a cabo cuando fue obligado a dimitir como arzobispo de Boston en medio de las acusaciones de haber encubierto a curas pederastas y que nunca ha llevado a cabo. De hecho, Law participó en las celebraciones de los funerales de Juan Pablo II y en el Cónclave en el que hace ocho años fue designado Papa Benedicto XVI. Si en el reciente Cónclave no ha tomado parte, es sólo porque ha superado los 80 años.


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El Papa Francisco fue elegido por una «mayoría abrumadora» - ABC.es


El Papa convierte en fiesta de familia su encuentro con los cardenales

El Papa Francisco fue elegido por una «mayoría abrumadora»
El Papa Francisco fue elegido «por una mayoría amplia, yo diría por una mayoría abrumadora», en palabras del cardenal italiano Giovanni Battista Re, presidente de las reuniones en la Capilla Sixtina. Los purpurados italianos tienen una mayor flexibilidad a la hora de interpretar el juramento de secreto, sobre todo, si hablan con diarios como el «Eco di Bérgamo», cercano a la ciudad natal.
En una entrevista con Emanuele Roncalli, sobrino nieto de Juan XXIII, el cardenal Re manifestó que «el hecho de que el quorum de dos tercios haya sido abundantemente superado indica que la Iglesia está unida. Puede haber diferencias pero, al final, los números indican que el elegido ha logrado un consenso grande por no decir aclamación».
El purpurado lombardo recibió ayer, durante el encuentro del Papa con los cardenales, un afectuoso agradecimiento de Francisco, quien dio las gracias «al queridísimo cardenal Giovanni Battista Re, que ha hecho de jefe nuestro durante el Cónclave. ¡Muchas gracias!».
El cardenal añadió en su entrevista que el Papa recién elegido «se mostró en todo momento sereno y seguro. Estaba tranquilo». Cuando Giovanni Battista Re, como prelado de mayor rango en la Capilla Sixtina le preguntó el nombre que deseaba, «no tuvo ninguna duda: «me llamaré Francisco», explicando que deseaba adoptar ese nombre en honor de san Francisco de Asís».

Origen italiano


Re hablaba con el legítimo orgullo de los italianos serios del Norte y una satisfacción casi familiar pues «Bergoglio es de origen italiano. Sus padres eran piamonteses. Yo diría que es un argentino con corazón italiano».
Italiano o argentino, Francisco desbordo corazón durante su encuentro con los cardenales. Era una audiencia formal pero se convirtió en una fiesta de familia. El Papa llegó todavía con la sotana blanca de cuello demasiado ancho, con sus zapatos negros cómodos, de hombre que camina mucho, su cruz de metal oscuro, y sus gafas de patillas demasiado cortas, que le resbalan por la nariz cuando lee y tiene que subir una y otra vez para que no se caigan. Era la imagen de una bondad sencilla.
Comenzó su discurso con inmenso cariño «a mi venerado predecesor Benedicto XVI, que ha enriquecido y reforzado la Iglesia con su magisterio, su bondad, su liderazgo, su fe, su humildad y su mansedumbre». Habló largo y tendido de Benedicto XVI con amor filial, con el mismo entusiasmo dedicado al «clima de cordialidad y el aumento de nuestro conocimiento recíproco» durante los días del Cónclave, en que se ha vivido «esa amistad y esa cercanía que nos harán tanto bien a todos».
El Papa llevaba en su mano varios folios pero sus mejores comentarios eran los que añadía directamente, como la exhortación a «no ceder jamás al pesimismo, a esa amargura que el diablo nos propone cada día». Entre los ciento cincuenta purpurados se encontraban también los mayores de ochenta años, y Francisco reconoció que «la mitad de nosotros estamos en la vejez, pero la vejez es la sede de la sabiduría. Por eso los ancianos Simeón y Ana supieron reconocer a Jesús». Y citó en alemán el verso de un poeta: «la vejez es el tiempo de la tranquilidad y la oración».
Concluyó con una invitación a la esperanza de que «un día veremos el rostro hermosísimo de Jesucristo resucitado», y una plegaria a «María, Madre de la Iglesia, a quien confío mi ministerio y el vuestro».

Media hora de saludos

Su discurso -mitad leído, mitad sin papeles- era afectuoso y paternal. Se podría decir que el famoso anuncio de «Habemus Papam!», una antigua palabra egipcia que significa «padre», es hoy más cierto que nunca.
Después de impartir la bendición, Francisco fue recibiendo el saludo y los abrazos de cada uno de los cardenales, permaneciendo en pie durante media hora. Con la mayoría, el saludo era un intercambio de bromas y anécdotas. El Papa y el cardenal de turno hablaban cogidos de las manos o de los brazos, y reían a carcajadas. No había ninguna rigidez.
Tres o cuatro cardenales aprovecharon ese momento para exponerle algún problema, y el rostro del Papa se volvía serio. A algunos les dio una respuesta al oído. A otros les pidió que le escribiesen para abordar el asunto de modo más detallado.

Fiesta de familia

Era un momento de fiesta de familia, pero también de gobierno, como se vio en el modo en que daba instrucciones al cardenal canadiense Marc Ouellet, responsable de los Obispos durante estos últimos años y buen amigo suyo. Era un Papa «padre», pero también un Papa que gobernaba y que habló a un par de purpurados con relativa severidad. Ellos sabrán por qué.
Francisco se enternecía con los enfermos como el cardenal indio Ivan Días, a quien besó el anillo afectuosamente, y con los cardenales africanos, varios de los cuales le pidieron que bendijese objetos de devoción como rosarios, cruces y estampas para llevarse de vuelta. El sudafricano Wilfrid Fox Napier, en cambio, le regaló una de las pulseras de goma elástica, color amarillo limón, hechas por sacerdotes de su diócesis para el Año de la Fe. En el texto se lee «Credo, Domine», («Creo, Señor»). El Papa le sonrió, y se la puso inmediatamente en la muñeca derecha.
Desde el primer momento, el Papa Francisco muestra una llamativa tranquilidad. Al mismo tiempo, se nota que es enérgico. Con las personas habla sin prisa. Pero, en cambio, camina rápido. Se diría que sabe claramente a dónde va. El mundo lo descubrirá muy pronto.


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Papa Francisco: El Papa: '¡Cómo me gustaría tener una Iglesia pobre y para los pobres!' | elmundo.es


El Papa: '¡Cómo me gustaría tener una Iglesia pobre y para los pobres!'

Decidir llamarse Francisco en sí mismo tan revelador como escribir una larga y sesuda encíclica. Pero esta mañana, en su primer encuentro con los periodistas, el Papa ha explicado por qué adoptó el nombre de San Francisco de Asís, el santo de la pobreza y de la paz. "¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!", ha asegurado.
Y no sólo eso. A los miles de periodistas congregados en el aula Pablo VI del Vaticano Francisco les ha dado la bendición más exquisita, tolerante y bondadosa que se recuerde que haya ofrecido nunca un Papa: "Muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica, otros no son creyentes. De corazón les doy la bendición en silencio, respetándoles, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios", ha asegurado en español, su lengua materna, metiéndose a todo el auditorio en el bolsillo.
"Este Papa es increíble", era el comentario unánime de los periodistas a la salida de la audiencia con Francisco. "Va a ser un Pontífice revolucionario". "En una semana este argentino es capaz de poner el Vaticano patas arriba". "Es demasiado bueno para ser verdad". Todo en esa línea.
Francisco sigue rompiendo moldes, y está mañana se ha convertido en el primer Papa que revela algunos detalles del Cónclave.
El Papa leía un discurso en el que analizaba la tarea de comunicar cuando, en un momento dado, ha aparcado el texto y se ha puesto a hablar espontáneamente. "Algunos no sabrán por qué he decidido llamarme Francisco. Os voy a contar una historia...", ha comenzado.
El Pontífice ha explicado que durante el Cónclave estaba sentado en la capilla Sixtina junto al cardenal brasileño Claudio Humes, ex arzobispo de São Paolo y ex prefecto de la Congregación para el Clero. "Un gran amigo", en palabras de Francisco. "Cuando la cosa comenzaba a ponerse peligrosa, me reconfortaba".
Cuando consiguió los 77 votos necesarios para convertirse en Papa, el Papa ha contado que los cardenales rompieron a aplaudir. "Humes me abrazó, me besó y me dijo: 'No te olvides de los pobres'". Esas palabras: los pobres. Pensé en san Francisco de Asís. Luego pensé en las guerras, mientras el escrutinio proseguía. Pensé en Francisco, el nombre de la paz. Y así entro ese nombre en mi corazón: Francisco de Asís. El hombre de los pobres, de la paz, que ama y custodia al creador. Y en este momento con el creador no tenemos una relación tan buena!, indicó con una sonrisa cómplice. "¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!".
El Pontífice también bromeó con algunos de los nombres que algunos cardenales le sugirieron. "Alguien me dijo que debía de llamarme Adriano por Adriano IV, el gran reformador. Otros me sugirieron Clemente XV en venganza contra Clemente XIV, que suprimió la compañía de Jesús", aseguro con sorna el primer Papa jesuita de la historia.
Francisco, como en todos sus discursos desde que el miércoles por la noche se convirtiera en Papa, insistió en que lo fundamental en este momento es volver a colocar "a Cristo en el centro". "Sin él ni Pedro ni la Iglesia existirían y no tendrían razón de ser". Y admitió que la Iglesia tiene "sus virtudes y sus pecados".


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"Soy el Papa Francisco, quisiera hablar con el Padre General. No, de verdad, soy el Papa" - Libertad Digital




"Soy el Papa Francisco, quisiera hablar con el Padre General. No, de verdad, soy el Papa"

LD/ Agencias
Pensó que era una broma. El joven portero de la casa general de la Compañía de Jesús en Roma nunca esperó recibir una llamada telefónica del Papa Francisco, quien con paciencia y cariño tuvo que convencerle de su identidad para poder hablar con el superior general de los Jesuitas y agradecerle la carta que éste le había enviado la víspera.
El hecho ocurrió a las 10:15 a.m. (hora de Roma) de este viernes y según el relato del Padre jesuita Claudio Barriga, que ha enviado por correo electrónico a las comunidades y amigos de los Jesuitas en todo el mundo, en la casa de Roma se vivieron momentos intensos con la inesperada llamada, según recoge la agencia Aciprensa.
"El portero respondió al teléfono. Le dicen que tiene una llamada desde Santa Marta, y escucha una voz suave y serena: Buon Giorno, sono il Papa Francesco, vorrei parlare con il Padre Generale. (Buenos días, soy el Papa Francisco, quisiera hablar con el Padre General)".
"El portero casi le responde: ´Y yo soy Napoleón´, pero se contuvo. Le respondió secamente: '¿De parte de quién?' El Papa entendió que el joven portero italiano no le estaba creyendo y le repite dulcemente: "No, de verdad, soy el Papa Francisco, ¿y usted cómo se llama?"
"Desde la elección del Papa el teléfono de nuestra casa suena cada dos minutos y muchos llaman, incluso gente desequilibrada", señala el Padre Barriga. "A esa altura el portero responde con voz titubeante, dándose cuenta de su error y casi desvaneciéndose: 'Me llamo Andrés'. El Papa le contesta: '¿cómo estás, Andrés?' Respuesta: 'Yo bien, disculpe, sólo un poco confundido'. El Papa le dice: 'No te preocupes, por favor comunícame con el Padre General, quisiera agradecerle por la hermosa carta que me ha escrito'. El portero: 'Disculpe, Su Santidad, lo voy a comunicar. El Papa: No, no hay problema; yo espero lo que sea necesario'".
El joven portero, Andrés, entregó el teléfono al hermano Afonso, secretario privado del Padre Adolfo Nicolás y ocurrió la siguiente conversación:
-Afonso: "¿Aló?"
-Papa Francisco: "¿Con quién hablo?"
-Afonso: "Soy Afonso, secretario personal del Padre General".
-Papa Francisco: "Soy el Papa, quisiera saludar al Padre General, para agradecerle la bonita carta que me envió".
-Afonso:: "Sí, un momento".
Tras este diálogo en italiano, Afonso se dirige "incrédulo hacia la oficina del Padre General, al lado de la suya, mientras sigue la conversación. Le dice: '¡Santo Padre, felicidades por su elección, aquí estamos todos contentos por su nombramiento, estamos rezando mucho por usted!'"
"¿Rezando para que yo vaya para adelante o para atrás?", bromea el Papa. "Naturalmente para adelante", le responde Afonso mientas caminaba. El Papa responde con una risa espontánea.
"Aturdido por la impresión, el hermano ni siquiera llamó a la puerta de la oficina del Padre General y se dirigió hasta donde estaba él, quien lo miró sorprendido. Afonso extendió la mano con el teléfono y le dijo al Padre General, mirándole a los ojos: 'El Papa'".
"Lo que siguió después no lo sabemos en detalle, pero el Papa agradeció muy cordialmente al Padre General por su carta. El General le dijo que le gustaría verlo para saludarlo. El Papa le respondió que va a dar instrucciones a su secretario para que eso pueda ser lo más pronto posible, y que del Vaticano le irían a avisar", concluyó el Padre Barriga.