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lunes, 14 de febrero de 2011

Rouco, camino de hacer historia y Sistach de quedar totalmente relegado


SUPERARÍA EL LEGADO DE TARANCÓN

Las próximas elecciones de la Conferencia Episcopal pueden dejar a Rouco como principal figura de la Iglesia española. Sistach, de nuevo arrinconado.


El cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, es sin ningún género de duda el mayor exponente de la Iglesia Católica en España y es además un referente entre los obispos españoles. De hecho, esta influencia se ve claramente tras sus tres mandatos al frente de la Conferencia Episcopal y que sólo fue brevemente interrumpido por Ricardo Blázquez, ahora arzobispo de Valladolid.
Además, Rouco Varela comparte una gran sintonía conBenedicto XVI y antes con Juan Pablo II. Muestra de ello es la llegada de la Jornada Mundial de la Juventud y el papel que ha desempeñado el arzobispo gallego en los nombramientos de los nuevos obispos durante los últimos años y que han cambiado el perfil de muchos de ellos. De hecho, es miembro de la Congregación vaticana encargada de los nombramientos episcopales.
El próximo 28 de febrero arranca la próxima Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal. Esperada porque tiene que renovar la cúpula directiva con todo lo que ello conlleva. Los rumores ya circulan pero hay dos cosas que parecen más que claras: que Rouco Varela repetiría como presidente y que el cardenal Martínez Sistach volverá a seguir en un segundo o incluso tercer plano.
El cardenal Rouco presentará su renuncia al Papa durante su visita a Madrid al cumplir la edad de 75 años el próximo mes de agosto tal y como establece el canon 401 del Código de Derecho Canónico. El que esté más o menos tiempo desde entonces depende ya del Papa. Y es ahí donde se ve la sintonía del Pontífice con el prelado. Pocos dudan que el arzobispo de Madrid estará al menos dos años más de los reglamentarios al frente de la Diócesis de la capital.
A pesar de cumplir los 75, Rouco es el máximo y casi único candidato a repetir como presidente lo que le haría superar al cardenal Tarancón, que presidió la Conferencia Episcopal durante tres mandatos. De esta manera el actual arzobispo superaría al conocido como el obispo de la transición y desaparecería su legado, del que ya tan sólo quedan unos pequeños vestigios en forma de obispos, la gran mayoría ya eméritos o a punto de presentar la renuncia. Además, este signo significaría la nueva línea de la Iglesia española, más cercana a Roma superando los años más conflictivos del postconcilio.
Pese a las conjuras de los medios más progresistas para derrocar a Rouco el debate más creíble es el papel que desempeñarán el resto de pesos pesados. Con los nuevos estatutos habrá muchos cambios y se puede poner aún más de manifiesto la línea que se está siguiendo actualmente.
El arzobispo de Barcelona no puede repetir como vocal del Comité Ejecutivo. Tiene un papel muy comprometido puesto que la única salida factible es que opte a la vicepresidencia para así salvar los muebles. Otra cosa sería dejar a todo un cardenal fuera de los órganos de dirección.
Sin embargo, Martínez Sistach no lo tendrá nada fácil. Su carisma y su línea pastoral no es muy seguida por el resto de obispos. Además, algunos de sus rivales para el puesto representan al futuro de la Iglesia en España.
El actual vicepresidente, Ricardo Blázquez, puede repetir en su puesto pero también cabe la posibilidad de que sea sustituido por otro prelado pese a que el ex obispo de Bilbao no despierta antipatías entre sus compañeros.
Peros dos de los futuros pesos pesados van pidiendo paso. Por un lado, el arzobispo de Valencia,Carlos Osoro, y por otro el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo. Ambos pertenecen actualmente al Comité Ejecutivo junto a Sistach y al arzobispo castrense Juan del Río.
Al igual que ocurre con el cardenal catalán, Osoro no puede repetir como vocal por lo que su salida pasa también por optar a la vicepresidencia. Mientras tanto, más tranquilo puede estar Asenjo, al que le falta un mandato que cumplir. A su favor también está su pertenencia a la escuela toledana, de donde procede, y que es de los pesos pesados del episcopado debido a los numerosos obispos que han salido del seminario de don Marcelo González.
Mucho obispo para un sólo puesto. Saber quién será el perdedor de estas elecciones tendrá una gran trascendencia, ya que establecerá la línea a seguir durante los próximos años. También quedará de manifiesto los movimientos para la época post Rouco, y observando el panorama ésta no llegaría antes de 2014 tras finalizar el que podría ser su cuarto, último e histórico mandato.
JAVIER LOZANO (Libertad Digital)

Un crimen de estado


14 de Febrero de 2011 - 09:20:15 - Luis del Pino


¿Qué fue el 11-M? Desde luego, no un atentado terrorista.
Echen ustedes la mirada atrás y comparen cómo está España hoy - institucional, económica y socialmente - y cómo estaba hace sólo siete años. Y pregúntense si hubiera sido posible esta total descomposición, este visible agusanamiento, si la masacre del 11-M no se hubiera producido.
La respuesta es, por supuesto, que no. El 11-M, con su secuela de muerte y destrucción, representa un claro punto de inflexión, un brusco golpe de timón, que abrió la caja de Pandora en nuestro país, liberando todos los males y poniendo de relieve todas las contradicciones latentes desde la Transición.
En cuanto a la ejecución material, y como si de un negativo fotográfico se tratara, en la imagen del 11-M sólo acertamos a ver lo que el 11-M no fue: sabemos que lo que nos han contado es mentira - mentira de principio a fin -, y que todos los trazos de la imagen real fueron cuidadosa y concienzudamente difuminados para que la verdadera imagen no fuera reconocible. Empezando con el propio desguace y escamoteo de los trenes.
Pero lo que sí somos capaces de percibir es un hilo conductor entre esa masiva falsificación inicial de las pruebas y el ominoso silencio posterior de todas las instituciones y estamentos oficiales, empezando por la práctica totalidad de nuestra clase política: sin necesidad de conocer los detalles de las investigaciones, una parte nada desdeñable de la opinión pública es perfectamente consciente de que el 11-M oculta una auténtica montaña de porquería, que nadie se atreve a remover, por temor a las consecuencias.
El pasado 11 de marzo, como informamos hoy en Libertad Digital, el Rey recibió a los representantes de las asociaciones de víctimas del 11-M. La conversación, muy cordial, no tuvo desperdicio, y el punto culminante se produjo cuando algunas de las víctimas presentes le plantearon la posibilidad de que la masacre de Madrid hubiera sido un crimen de estado y le manifestaron su deseo de llegar a saber toda la verdad.
La respuesta de Su Majestad les dejó helados: "Lo lleváis crudo. A mí todavía me ocultan cosas del 23-F".
¿Fue el 11-M un crimen de estado, como esas víctimas le plantearon al Rey? Sí, quizá sea ése el término que mejor describe aquella masacre que cambió la Historia de España. Y la respuesta del Rey es bastante ilustrativa del modo en que funcionan en España los servicios de información: hay cosas de las que es mejor no hablar, y que es preciso ocultar incluso a la más alta institución del Estado.
Lo que pasa es que - a diferencia del 23-F, que fue un golpe de estado incruento - el 11 de marzo de 2004 fueron asesinadas 192 personas, casi 2000 resultaron heridas y muchas decenas de miles de españoles quedaron marcados para siempre.
Y ninguna democracia puede aguantar, sin desmoronarse, que un crimen de esa magnitud quede impune.
La pregunta es: ¿quién organizó ese crimen de estado y dónde están aquéllos que hubieran debido evitarlo o, cuando menos, castigarlo?

ORACION DE LIBERACIÓN (Monseñor Morales)


Señor nuestro Jesucristo [N], te adora, te alaba, te bendice, te da las gracias por tu infinito amor por el que te has hecho uno de nosotros naciendo de la Virgen María y por el que subiste a la 
Cruz para dar tu vida por [N]. 
Gracias por tu sangre preciosísima con que has redimido a [N]. 
Con tu sangre preciosísima brotada de tus sacratísimas sienes traspasadas por espinas: cubre, sella, lava, purifica y libera a [N], destruye en [N] todo pecado, toda iniquidad, todo arquetipo diabólico, todo poder de Lucifer.
Con tu sangre preciosísima brotada de tu hombro y espalda llagados por la Cruz a cuestas: cubre, sella, lava, purifica y libera a [N], destruye en [N] todo pecado, toda iniquidad, todo arquetipo diabólico, todo poder de Lucifer. 
Con tu sangre preciosísima brotada de tu costado abierto por la lanza: cubre, sella, lava, purifica y libera a [N], destruye en [N] todo pecado, toda iniquidad, todo arquetipo diabólico, todo poder de Lucifer. 
Con tu sangre preciosísima brotada de tus pies y de tus manos traspasados por los clavos: cubre, sella, lava, purifica y libera a [N], destruye en [N] todo pecado, toda iniquidad, todo arquetipo diabólico, todo poder de Lucifer.
Con tu sangre preciosísima brotada de todo tu cuerpo llagado por los azotes: cubre, sella, lava, purifica y libera a [N], destruye en [N] todo pecado, toda iniquidad, todo arquetipo diabólico, todo poder de Lucifer.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. (3 veces)
Amén, Amén, Amén.

Soltando demonios

En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo, [N] ahora renuncio, rompo y me suelto de todo dominio y atadura de Lucifer ejercida a través de mi madre, mi padre, mis abuelos y de todo ser humano vivo o muerto que me haya dominado y controlado de cualquier manera. Te agradezco Señor por liberarme.
Con el poder de la Sangre de Cristo rompo toda interferencia y acción de [Lucifer y/o Satanás] y lo envío atado y amordazado a los pies de la Santa Cruz y le prohíbo regresar. 
Cruz Santa, Cruz Digna, Cruz Divina, por el Señor que murió en ti, libera a [N] y cosa mala nunca llegue a mi. (repetir)
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal; libera a [N], Señor, de [Lucifer y/o Satanás] y líbrala de todo espíritu infernal. (repetir)
Jesús ten misericordia de (N) - Por el Santo nombre de Jesús sana a [N] Por el Santo nombre de Jesús salva a [N] - Por el Santo nombre de Jesús libera a [N]
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo….
Si Jesús libera a [N], ella quedará verdaderamente liberada.
Porque al nombre de Jesús toda rodilla se dobla en el cielo, en la tierra y en los infiernos y toda lengua confiesa que Cristo Jesús es EL SEÑOR para gloria de Dios Padre.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal; libera a [N], Señor, de [Lucifer y/o Satanás] y líbrala de todo espíritu infernal. (repetir).
La Sangre y el Agua que brota de la herida  del costado de Cristo, del Sagrado Corazón de Jesús, te expulsa del cuerpo de [N]. (repetir).
Te pido Jesús que envíes aquí y ahora a la Santísima Virgen Ntra. Sra. de [Loreto, Fátima, Inmaculada..] acompañada de San Miguel, San Gabriel, San RafaelSerafines, Querubines y toda su corte de Santos Ángeles. Liberad a [N]
María [Nª Sra. Loreto, Inmaculada Concepción, Milagrosa..] destruye la cabeza de [Lucifer y/o Satanás] por nosotros y mantenla bajo tus pies. 
Salve, oh casta María Virgen de: [Loreto, Inmaculada, Fátima…], aplasta la cabeza de Lucifer y/o Satanás y  precipítalo al infierno.
¡AHORAAAAAA!

En Memoria del Señor

Haced esto en Memoria de Mi.
Todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa,
la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.

1 Corintios 11:24, 26.


La noche antes de que nuestro Señor fuera crucificado, él instituyó la cena en su memoria. El apóstol Pablo escribió a los Corintios lo que el Señor le había comunicado a ese respecto. Como esta carta fue dirigida a “todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 1:2), las instrucciones acerca de la Cena son válidas para todos los cristianos en todas las épocas.

       El pan, por el que el Señor dio las gracias y luego partió, es una imagen de su Persona, es decir, de su vida y de su muerte: “Esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí”. De la copa él dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (1 Corintios 11:24-26). La copa representa más bien la obra salvadora y todos los efectos de ésta para nosotros, para Israel y para toda la creación.

       Al comer el pan y beber la copa anunciamos la muerte del Señor como único fundamento de la salvación de nuestros pecados. Lo hacemos delante de Dios, de los ángeles y de los seres humanos.

       A este recordatorio hay que sumarle la esperanza del retorno de nuestro amado Señor. Llegará el momento en que la tomemos por última vez. Cuando estemos con él, no necesitaremos más esos recuerdos. Entonces él se hallará ante nuestras miradas como “el Cordero que fue inmolado” (Apocalipsis 5:12).