Páginas

viernes, 4 de febrero de 2011

Un juzgado quita una iglesia al Arzobispado porque no representa "al pueblo de Dios"


AHORA A POR LA CASA PARROQUIAL

Sentencia en Navarra que crea un grave precedente. Da la propiedad de una ermita al Ayuntamiento de Gariosain, que ahora pide la casa parroquial.

LIBERTAD DIGITAL
El Juzgado de Primera Instancia de Estella ha dictaminado que la ermita del Concejo de Gariosain pasará a manos del Ayuntamiento por lo que la Iglesia ya no tendrá potestad sobre ella. De este modo, ha desestimado la demanda del Arzobispado de Pamplona contra el Concejo.
Es tal la euforia que vive el alcalde de esta localidad, Xabier Ilzarbe, que ha pedido al Arzobispado que "reconozca sus pecados" y que también "devuelva al pueblo la casa parroquial", tal y como publica Noticias de Navarra.
En una rueda de prensa junto al abogado que ha llevado la causa, el primer edil dijo que "estábamos en la obligación de defender nuestro patrimonio" y animó a todos los pueblos de Navarra a acudir a la vía judicial para "no dejar al Arzobispado campar a sus anchas porque de bastantes cosas se han adueñado ya".
El abogado, Jerónimo Álvarez de Eulate, explicó los motivos utilizados en la sentencia para dar la ermita al ayuntamiento. En opinión del letrado el texto está muy trabajado y bien argumentado" y "se hace una exposición muy sentida y clara de la distinción que hay entre la iglesia católica institucionalizada y el pueblo de Dios".
Tras esgrimir este argumento judicial, la sentencia indica también que "la intención de los que procesan (sic) la religión católica no es poseer a título de dueño para la iglesia institucional, sino, simplemente, celebrar actos relativos a la religión".
Aunque el abogado avisó de que la sentencia "no crea jurisprudencia" cree que el asunto puede llegar al Tribunal Superior de Justicia y así crear un precedente que pueda ser utilizado en otros lugares.

Teología de la liberación casi me hace dejar sacerdocio, dice Prefecto vaticano para vida consagrada


ROMA, 03 Feb. 11 (ACI).- El nuevo Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el Arzobispo brasileño Joao Braz de Aviz, recordó que vivió el nacimiento de la teología de la liberación "con mucha angustia" pues casi deja el sacerdocio e incluso la Iglesia en aquella época.

En entrevista publicada el 1 de febrero por el diario vaticano L'Osservatore Romano, el hasta hace poco Arzobispo de Brasilia (Brasil) relata que "personalmente viví el nacimiento de la teología de la liberación con mucha angustia. Estaba en Roma para estudiar teología. Por poco no abandoné la vocación sacerdotal e incluso la Iglesia".

El Prefecto recuerda luego que fueron los miembros del movimiento de los focolares, al que ha estado vinculado desde entonces en las distintas diócesis donde ha servido en Brasil, quienes "me salvaron con su esfuerzo sincero y la espiritualidad de la unidad".

Hablando luego sobre la vida consagrada y la influencia de la teología de la liberación en Brasil, el Arzobispo dijo que sobre este tema es importante resaltar los documentos que el Vaticano envió al país en dos oportunidades en donde se "corregían asuntos ligados al uso del método marxista en la interpretación de la realidad".

"Creo que todavía no se ha completado suficientemente el trabajo teológico para desvincular la opción por los pobres de su dependencia de una teología de la liberación ideológica como ha precisado últimamente el Papa Benedicto XVI".

El Arzobispo indicó además que la teología de la liberación, sin la influencia del marxismo y correctamente orientada, destaca "la opción preferencial por los pobres que es una opción evangélica de la cual también dependerá nuestra misma salvación".

Mons. Braz de Aviz estudió filosofía en el Seminario Mayor Provincial Reina de los Apóstoles en Curitiba (Brasil), luego de los cuales llegó a la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma en donde obtuvo la licenciatura en teología. Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Apucarana, estado de Paraná (Brasil) el 26 de noviembre de 1972.

La Vidriera Protegida


El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán.

Mateo 24:35.

Si oyereis hoy su voz,
no endurezcáis vuestros corazones.

Hebreos 3:7.

Durante los intensos bombardeos que azotaron a Varsovia en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, todas las vidrieras de una librería cristiana se hicieron pedazos. Todas, salvo una: la que llevaba la siguiente inscripción: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Esta declaración del Señor Jesús, hecha a sus discípulos casi veinte siglos antes, era así renovada para todos los que pasaban frente a dicha librería devastada durante ese período dramático.

       A aquel que hasta entonces había descuidado las advertencias de Dios, este versículo del Evangelio le recordaba la urgencia de aceptar a Jesús como su Salvador personal, antes de que tuviera que entrar en la eternidad, lo que podía producirse en cualquier instante.

       A aquel que había dado el paso de la fe y por eso había recibido el perdón de Dios y la certeza de la vida eterna, ese Dios lleno de solicitud le recordaba que él seguía siendo el Dios soberano, todopoderoso, capaz de protegerlo, como lo había hecho con esa vidriera. También le recordaba que si su vida terrenal llegaba a su fin, Dios estaría a su lado durante ese pasaje hacia una vida infinitamente mejor, y que podía apoyarse en las promesas divinas como por ejemplo las del Salmo 23.

       Cualesquiera sean las circunstancias de nuestra vida, estemos seguros de que los planes de Dios y sus promesas se cumplirán. Él merece toda nuestra confianza.