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martes, 25 de enero de 2011

Satanistas en el Vaticano


El exorcista Gabriele Amorth entrevistado por Marco Tosatti
-... Precedentemente, don Gabriele, Ud. me ha dicho que algunas sectas son menos serias, mientras otras son mucho más terribles...

-Ciertamente, algunas son terriblemente serias. Y por desgracia están en todos lados. Creo que también en Vaticano.

-¿También en el Vaticano?

-«Sí, también en el Vaticano hay miembros de sectas satánicas».

-Y ¿quienes participan de ellas? ¿Se trata de sacerdotes o de simples laicos?

-Son sacerdotes, monseñores e ¡inclusive Cardenales!

-Discúlpeme, don Gabriele, pero ¿Ud. como lo sabe?

-«Lo sé por las propias personas que me lo han podido referir porque han tenido modo de saberlo directamente. Y es algo “confesado” más de una vez por el propio demonio bajo obediencia durante los exorcismos...

-¿El Papa está informado?

-¡Por cierto que está informado! Pero hace lo que puede... Es algo escalofriante. Tenga en cuenta que Benedicto XVI es un Papa alemán, viene de una nación decididamente adversa a estas cosas. En Alemania de hecho casi no hay exorcistas, pero el Papa sí cree: he tenido ocasión de hablar con él tres veces, cuando todavía era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¡Sin duda cree! Y ha hablado de ello explícitamente en público muchas veces. Nos ha recibido, como asociación de exorcistas y ha hecho un buen discurso dándonos ánimo y elogiando nuestro apostolado. Y no se olvide que del Diablo y del exorcismo ha hablado mucho también Juan Pablo II».

-Entonces ¿es verdad lo que decía Pablo VI: que el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia...?

-«Es verdad, desgraciadamente, porque inclusive en la Iglesia hay adeptos a las sectas satánicas. Este detalle sobre el “humo de Satanás” lo ha mencionado Pablo VI el 29 de junio de 1972. Y como esta frase ha creado un enorme escándalo, el 15 de noviembre del mismo año 1972 dedicó todo un discurso de los miércoles al demonio, con frases muy duras. Ciertamente, rompió el hielo, levantó el manto de silencio y censura que duraba desde hacía mucho tiempo, pero su discurso no ha logrado consecuencias prácticas. Se necesitaba alguien como yo, que no vale nada, para dar la voz de alarma, para lograr esas consecuencias prácticas».

La única manera de escapar de las amenazas del 2011 es echando a Zapatero del poder


El 2011 es un año salvaje que ha llegado cargado de realidades, amenazas y malos augurios: millones de familias españolas verán mermado su poder adquisitivo por culpa de los impuestos más angustiosos e injustos de Europa, por la subida de los precios, la congelación de las rentas y la pérdida de la confianza en el gobierno, en el futuro y hasta en el sistema, que ya aparece ante los ojos del ciudadano no como una democracia sino como una tiranía de partidos políticos y de políticos profesionales, cada día más rechazados.
Pobre, se le ha puesto cara de reptiliano
Los niños ya no vienen con 2.500 euros bajo el brazo y se acabó la ayuda de 426 euros a los parados, lo que provocará que cientos de miles de nuevos ciudadanos se den de bruces con la pobreza, incrementando su ya aterradora cifra, que ya es de casi 10 millones. Para millones de hogares españoles, 2011 no será un año más. Ni siquiera un mal año. Será un año catastrófico. Nunca en la historia reciente habían coincidido tal cúmulo de noticias negativas para el consumidor y el contribuyente medio. Subidas de tarifas generalizadas y por encima de la inflación (ahora en el 2,3%) de servicios esenciales como la luz o el transporte, se verán acompañadas de recortes sociales y fiscales en un marco de crisis general, con salarios y pensiones congelados o a la baja, y siempre la amenaza del paro.
Pero el año 2011 no es un drama inevitable. Es la consecuencia de un mal gobierno que ha jugado sucio, mentido y ha cometido errores imperdonables. Zapatero, que ha hecho retroceder a España más de una década, acabando con su prosperidad y alegría, es el principal obstáculo para que el país resurja y recupere la senda de la prosperidad . Ese obstáculo debe ser removido para que el año deje de ser amenazador y funesto. Su simple desaparición y la llegada de un nuevo gobierno, sea el que sea, ya constituye una esperanza y un cambio en la tendencia funesta de España.
Echar a Zapatero es el primer deber, no sólo de todo demócrata y patriota, sino también de todo ciudadano honrado, de todos los desheredados y de los que se levantan cada mañana atenazados por el miedo a perder lo que todavía poseen. Nadie nos impide echar a Zapatero, que es nuestro empleado, al que hemos elegido para que nos solucione los problemas y ha resultado ser el peor administrador imaginable. La solución es sencilla: hay que echarlo, y nadie va a hacerlo si no lo hacemos nosotros. El PP no arriesgará lo más mínimo porque su estrategia, lamentable y cobarde, es esperar que el país se pudra y que los ciudadanos se venguen de Zapatero en las urnas, votando masivamente a la oposición. Triste propuesta de un partido que, aunque va a gobernar, no lo merece.
Aunque Zapatero diga que tiene derecho a segur en la Moncloa hasta que cumpla su mandato, eso es mentira. Por encima de las normas siempre está la voluntad popular y el derecho, reconocido por la ley natural, a expulsar del poder al gobernante inicuo.
La democracia es un sistema que se basa en la confianza de los administrados en su administrador y, cuando esa confianza se pierde, también desaparece la legitimidad. ¿Quien ha dicho que estamos obligados a soportar a un inepto dañino al frente de esa gran empresa nuestra llamada España? Somos los propietarios y la ley dice que podemos reunirnos en Junta Universal y echar al que esta arruinando la sociedad.
Algunos sometidos y fanáticos, aterrorizados ante la perspectiva de perder el poder y los privilegios, no sólo dicen que Zapatero ha sido elegido por cuatro años y que tiene que cumplir su mandato, ignorando que el ciudadano es el soberano del sistema y que su voluntad política es la ley suprema, sino que argumentan, también, que la alternativa, el Partido Popular, puede hacerlo todavía peor.
A esos hay que decirles que España era uno de los países más prósperos del mundo hace apenas una década y que hoy es una cloaca donde se combinan la corrupción galopante, la ruina económica, el mal gobierno y las botellonas desesperadas. A esos hay que explicarles que es teóricamente posible que el PP lo haga peor, pero que eso está por ver y que, en todo caso, es una amenaza, mientras que ZP es una realidad aplastante; que es casi imposible, dada la situación de ruina total en la que Zapatero ha dejado a España, que quien le sustituya, aunque sea un payaso de circo, pueda hacerlo peor; que el cambio, en sí mismo, abre una puerta a la esperanza y canaliza ilusiones en este pueblo postrado, doblegado y amenazado por un año 2011 que se cierne funesto sobre nuestras cabezas.
Muchos se preguntarán: ¿Cómo lo echamos? Es muy fácil: utilizando las armas que tenemos los ciudadanos, sobre todo las manifestaciones, la protesta y el boicot. Salgamos a las calles, dejemos de consumir, apaguemos los televisores y la luz, abucheemos al poder, llenemos de quejas los periódicos y páginas del poder. Si dejamos de comprar periódicos o dejamos de consumir, los mismos periodistas y empresarios lo echarán. Si salimos a las calles de manera masiva, el mismo PSOE le obligará a irse. Todo consiste en exhibir nuestro poder soberano de ciudadanos libres, en demostrar, de manera fehaciente, el descontento, en exigir de verdad el relevo del inepto nefasto.
Algunos socialistas ilusos y alienados, desconociendo el inmenso rechazo a Zapatero y a su partido que existe hoy en España, sueñan con dar la vuelta a las encuestas y ganar las próximas elecciones generales. Es patético escuchar sus argumentos, pobres y productos de la enorme distancia que existe hoy entre la "casta" política, endogámica y ajena a la ciudadanía, y los sentimientos e ideas dominantes en la sociedad. 
El PSOE y Jose Luis Rodríguez Zapatero están tan despretigiados, acabados y cadavéricos que ya no lo resucitan ni Jesucristo, Ni Mahoma, ni el Dios Único de las tres religiones monoteístas. El pueblo español está tan cabreado con la ristra de desatinos, sinvergonzonerías y golfadas que se han hecho desde el gobierno en los últimos años, tan indignado por la corrupción, el desempleo masivo, el despilfarro y otras "barbaridades", que no está dispuesto a perdonar los agravios y daños causados que la debacle socialista no tiene vuelta atrás, por muchos esfuerzos que hagan los nuevos rostros viejos, como Rubalcaba, cuya única oferta posible a los españoles es la rememoración de otra etapa triste y desgraciada de nuestra democracia, la del último periodo de Felipe Gonzalez, casi tan fatal como la actual e igualmente inundado de corrupción, arbitrariedades, desempleo, degeneración y fracaso económico. 
Un alto cargo socialista me decía ayer que "si José Luis se inmola, sacando adelante las reformas que España necesita, entonces es posible que ganemos las elecciones, con Rubalcaba como cabeza de lista". Estaba tan angustiado que me dio pena y no le dije lo que pensaba: que la principal reforma que España necesita es que Zapatero se marche con urgencia para que todos podamos recuperar la confianza, la decencia y la dignidad perdidas, y que Rubalcaba es más de lo mismo, un simple cómplice de la política de Zapatero, justo lo contrario de lo que España requiere y desea, un cambio drástico de personas y de política que restablezca la confianza y la fe en el futuro. 
Otro socialista presente en la conversación, alto cargo en Andalucía, dijo algo muy interesante: "José Luis está tan quemado que su simple salida del poder devolvería a España la confianza que necesita". Otro socialista, muy conocido, apostilló: "A veces, en la Historia, la alternancia es buena por sí misma, aunque un idiota suceda a un inepto", y agregó "Eso es lo que ocurre en la España actual". La verdad es que me sentía sorprendido de tanta autocrítica, algo inusual entre altos representantes del socialismo andaluz. 
La verdad es que Zapatero no sólo está quemado en España, sino que lo está también en todas las cancillerías europeas, en Estados Unidos y en medio mundo, donde, además, se rien de él por lo inepto que es, por sus errores garrafales y por el ridículo que ha acumulado en sus intervenciones internacionales y en los foros a los que ha asistido. Es un hecho comprobado y demostrable que en la mayoría de los altos centros de estadios (think tanks) de Francia, Inglaterra y Estados Unidos se le considera un modelo de fracaso, un ejemplo viviente de lo que nunca debe hacerse en democracia, y piensan que el daño que ha causado Zapatero es, en muchos aspectos, irreparable. Lo que ocurre es que los medios de comunicación españoles ocultan ese drama porque, de un modo u otro, dependen de las ayudas publicitarias y de otro tipo que proceden del poder socialista. 
En la conversación antes citada, muy interesante por cierto, se dijo algo muy sugerente: "Si Zapatero, cuando desde Europa le obligaron a rectificar y a dar un giro de 180 grados a su política, se hubiera dirigido a los españoles y les hubiera hablado con honradez, diciéndole que las circunstancias le impedían cumplir su programa electoral, tal vez habría podido ganar, si hubiera convocado, como era su deber, elecciones generales, pero hizo justo lo contrario y ocultó la verdad, convirtiendo en inviable su gobierno y en inevitable su próxima derrota electoral, por mayoría abrumadora", Intervine varias veces en la conversación, pero la cerré asegurando que la derrota era ya inevitable, incluso si ocurrieran cosas terribles como ocurrieron en vísperas de las elecciones del 2004, pero que esa derrota no se va a producir porque los ciudadanos se sientan identificados o atraídos por el PP, sino porque "gran parte de los españoles sienten la necesidad de vengarse del inepto y mentiroso José Luis". Cuando uno de los socialistas presentes vaticinó que en España habría una abstención tan grande como la que acaba de vivirse en Portugal, donde más de la mitad de los votantes despreciaron las urnas, le repliqué que no se equivocaran, que la asistencia a las urnas en España sería masiva porque "el odio y el rechazo son fuerzas poderosas, casi tanto como el amor y la adhesión, y Zapatero, por los daños que nos ha causado, es hoy el depositario del odio y del deseo de revancha de demasiados millones de españoles"

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