Páginas

lunes, 27 de diciembre de 2010

Homosexualidad es la última manifestación de la posesión diabólica del ser humano



10:55 AM -

El pastor Ezequiel Molina afirma
Santo Domingo,- El pastor Ezequiel Molina definió la homosexualidad como la última manifestación del pecado de un ser humano cuando está poseído por Satanás. El líder religioso condenó enérgicamente los matrimonios entre pareja de un mismo sexo y recordó el castigo dado por Dios a las ciudades Sodoma y Gomorra cuando su nivel de depravación llegó a esos extremos. Agregó que todo ministro religiosos que se preste a oficiar un matrimonio entre homosexuales es porque en el fondo esa persona “también es un pájaro”. Entrevistado por Héctor Herrera Cabral en el programa D`AGENDA que cada domingo se difunde por Telesistema canal 11, Molina también opinó lo mismo de los profesionales que quieren justificar la práctica homosexual.
Aclaró que en términos personales no tiene nada contra una persona homosexual, porque al igual que un alcohólico y adicto es un ser humano que ha sido poseída por el demonio, por el cual hay que orar para expulsarle a Satanás de su vida.
“Yo conozco una persona que reside en el extranjero que nació “un hombre normal” y después  transformó su cuerpo como si fuera una mujer, luego buscó de Dios y se convirtió al cristianismo y como por arte de magia su cuerpo fue buscando la normalidad y hoy lleva una vida apegada a los valores cristianos”, explicó Ezequiel Molina.
Dijo que eso implica que desde que Satanás salió de la vida de esa persona abandonó el homosexualismo.
Sostuvo que es inaceptable que personas del mismo sexo, no solo se quieran casar legalmente sino adoptar niños para que éstos con su ejemplo también transiten el mismo camino.
Recordó que Dios creó al hombre y a la mujer para conformar familia y reproducir la humanidad, pero nunca concibió que esa tarea la llevara a cabo hombre con hombre y mujer con mujer.

Molina insiste hay que someter a prueba la legalización de las drogas

El Pastor Ezequiel Molina insistió en que se debe probar la legalización de las drogas a ver si ese experimento puede detener las actividades criminales y delictivas que producen ese mercado ilegal.
El religioso recordó que hasta ahora las autoridades a nivel mundial no han encontrado ninguna fórmula para detener el auge y la expansión del narcotráfico a escala planetaria.
“Yo no he dicho que se legalice el consumo de drogas, yo he planteado que se experimente con esa posibilidad porque algo hay que hacer para enfrentar esa peste que corrompe  y destruye todo lo que encuentra por su paso”, explicó Molina.
Recordó que el narcotráfico corrompe autoridades civiles y militares, políticas, religiosas y a todo el que le pueda adversar porque es un negocio que mueve mucho dinero.
En otro orden el religioso atribuyó, además del narcotráfico, a la corrupción y la falta de oportunidades de la juventud el auge de la criminalidad y otros hechos de violencia que se registran en el país.
Dijo que ese ambiente también encuentra su caldo de cultivo en la destrucción de la familia y la promoción de los anti valores.
Molina advirtió además a los políticos que por todas las mentiras que les dicen a la población para engañarlos y que voten por ellos,  tendrán que rendirles cuentas a Dios el día que partan de este mundo.
El conductor de la concentración “La Batalla de la Fe” que se realiza cada primero de enero, destacó también el crecimiento de la religión cristiana aunque aclaró que hay muchos que han querido entrar en la moda y les recordó que en su momento habrá que sacar la “cizaña del trigo”, porque no todo el que digas “Señor, Señor entrarás al reino de los cielos”.

Un país benévolo con las brujas

Joseph Pérez aborda en un libro las razones de la tolerancia inquisitorial con la brujería y los pocos ajusticiamientos por este delito en España 
«Los inquisidores consideraban la brujería propia de gente baja, preferían perseguir a la gente culta»
Las brujas españolas salieron casi indemnes de la caza desatada en Europa entre mediados del siglo XV al XVII, gracias a que la Inquisición nunca las consideró «un peligro social», según el historiador francés Joseph Pérez, autor de 'Historia de la brujería en España'. «Las mujeres sentenciadas a muerte y ejecutadas por brujas en España son relativamente pocas, no pasan de 10 o 20 como máximo en dos siglos, lo cual si lo comparamos con lo que sucede en el resto de Europa -donde fueron quemadas miles de personas- no deja de llamar la atención», explica Pérez (Laroque-d'Olmes, 1931).
Ese contraste entre lo que sucede en España y en el resto de Europa supone para los historiadores una «originalidad», subraya este hispanista miembro de la Real Academia de la Historia, condecorado con la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y con la Orden de Isabel la Católica, así como con la Legión de Honor francesa. Y esa «originalidad», añade, ha llevado a algunos a calificar a los inquisidores españoles de «abogados de brujas».
El contraste es «enorme», ya que en España los inquisidores se afanan por buscar explicaciones racionales al comportamiento de las brujas, mientras que en el resto de Europa los jueces llevarían a la hoguera a miles de mujeres culpables de confesar bajo tormento ser mediadoras del diablo o participar en aquelarres, que normalmente terminaban en orgías, explica este hispanista. Las estadísticas muestran, según Pérez , que en España se juzgó a tantas brujas como en los demás países; la diferencia es que aquí las sentencias fueron por lo general benignas. Rara vez se quemaron brujas, salvo en Logroño, en 1610.
Para quien fuera director de la Casa Velázquez (1989-1996), el hecho diferenciador español hay que buscarlo en la distinta manera de enfocar el tema de la brujería y en el tipo de tribunales a los que se les encomendaba la tareas de juzgar y sentenciar a los reos. La caza de brujas comienza a finales de la Edad Media, cuando la Iglesia decide definir la brujería como herejía y maleficio, un crimen excepcional condenado con la pena de muerte en la hoguera, según recuerda Pérez en su libro, publicado por Espasa.
Este tipo de asuntos, que deben ser juzgados por tribunales eclesiásticos, como sucede en España, son tratados en los otros países europeos mayoritariamente por la justicia civil, que juzga a los detenidos como criminales, pero les condena como herejes. La Inquisición española, una institución de reciente creación por los Reyes Católicos, es la única competente en España para juzgar la herejía y, por tanto, la brujería o hechicería. Y los inquisidores españoles, según destaca Pérez, están más centrados en perseguir a judaizantes, alumbrados y luteranos, por lo que «no se toman en serio» la brujería. «A los inquisidores lo que les importaba era luchar contra la gente culta, que escribía libros, que predicaba y que tenía cierta influencia intelectual, pero ¿qué influencia ideológica puede tener una mujer analfabeta?».
Según los cálculos que maneja Pérez , en toda la historia de la Inquisición española se abrieron 44.647 procesos; de ellos, solo 3.532, o sea, el 8%, fueron por brujería, que se trataba al mismo nivel que las «palabras deshonestas», las blasfemias y delitos de poca entidad. La Inquisición, en definitiva, consideraba la brujería como «un delito propio de gente vulgar, de la gente ignorante», fruto de la superstición más que de la herejía.